Cerca de mil dibujos, acuarelas y grabados de Pablo Picasso conforman la vasta exposición que abrió ayer en el Centro Pompidou de París, una retrospectiva histórica que cierra en Francia el centenario del genio español.
“No habíamos presentado nunca una colección gráfica de este tamaño” del gigantesco archivo picassiano, depositado en el Museo Picasso de París, el Museo de Arte Moderno y el propio Centro Pompidou, explicó a la prensa Johan Popelard, comisario de la muestra junto a Anne Limonero.
El Centro Pompidou, afectado en los últimos días por una huelga de su personal, cedió su sala número 1, la más importante del museo con más de 2 mil m2, para una retrospectiva imponente, dividida en 50 breves recorridos.
Esos capítulos visuales cubren entre otros la relación de Picasso con las mujeres (objeto de gran controversia reciente), el mundo de la tauromaquia, la violencia de la guerra o su devoción a los grandes maestros.
La escenografía invita al visitante a pasearse entre los paneles como si fueran hojas sueltas de un cuaderno desperdigado, como un homenaje a la gigantesca producción del pintor malagueño fallecido en 1973.
En el centro de ese gran espacio, “un conjunto totalmente excepcional de cuadernos del artista”, añadió Anne Lemonnier.
Decenas de cuadernos de todos los tamaños con esbozos de figuras al carboncillo, gouaches, acuarelas llenas de color y detalle, provenientes de los fondos de museos franceses, del Museo Picasso de Barcelona, de Italia o Alemania.
Y como propuesta innovadora, un montaje visual que permite al espectador ver desfilar las hojas de los cuadernos, y “asistir al hilo del pensamiento” de Picasso a medida que bocetaba, corregía y volvía a definir sus ideas, explicó Popelard.
“Esa es verdaderamente la intimidad del dibujo” que permite observar por ejemplo, cómo Picasso partía de un retrato de estilo totalmente clásico de una mujer con la boca abierta, para irse transformando en una de las figuras principales del cuadro Guernica, la de la mujer gritando de dolor.
Asombran los cuadernos de su primera etapa de aprendizaje, cuando a los 11 años ingresa en una academia de arte en La Coruña.
Ese joven Picasso domina el sombreado que da profundidad a las estatuas, que debe copiar una y otra vez bajo las órdenes de los maestros de dibujo.
Ese aprendizaje clásico volverá a reaparecer a mitad de su larga carrera artística, revela la exposición.
Y de hecho, Picasso nunca dejará de reinterpretar grandes pinturas, como Las mujeres de Argel de Eugène Delacroix, un cuadro recientemente restaurado en el Louvre de París.
Los comisarios no han rehuido la polémica en torno a Picasso y las mujeres, con la serie dedicada a los minotauros, una figura con la que el pintor se identificó.
“No podemos diferenciar la vida de la obra, en particular con Picasso”, según Lemonnier.
Tampoco se pueden explicar los dibujos de Picasso como una etapa previa a la pintura, añade Johan Popelard. Más bien la pintura es “un momento en el tiempo” de su producción, indica.
Picasso a menudo bocetaba un cuadro que luego pintaba al óleo, para luego reinterpretarlo, en blanco y negro o en color, en un dibujo posterior, a menudo de gran tamaño.
La exposición permanecerá abierta hasta el 15 de enero de 2024.
Sabías que
Aunque otros vídeos de la exposición muestran también a Pablo Picasso como un artista de trazo resuelto, dibujando sin dudar enormes figuras al carbón en una pared, o componiendo el retrato de sus modelos.