Qué gran daño le hicieron los asesores en comunicación al senador Alejandro Armenta Mier en la crisis que enfrentó cuando se viralizó un video en el que su secretario particular, José Luis García Parra, “El Choco”, conduce un auto que vale casi 4 millones de pesos.
Fue un escándalo que trepó poco a poco.
Primero fue el video que, al parecer, se tomó de las propias redes sociales de “El Choco”. No fue ninguna filtración, infiltración, espionaje o venganza. Fue algo más simple: a alguien le gustó la idea de presumir un coche que sirve sólo para eso, para “presumir” (mamasear, le dicen en mi rancho).
El corresponsal de Latinus en Puebla, Edmundo Velázquez, subió la nota no sólo a su cuenta de Twitter sino al portal para el que trabaja. Posteriormente, Ricardo Salinas Pliego usó la foto del Audi R8 y lo bautizó como el “coche del bienestar”, en tono de burla contra la llamada Cuarta Transformación.
Horas más tarde, fue una selfie del sobrino de Mario Marín Torres, en la que, según algunos periodistas poblanos, lleva puesta ropa que alcanza los 600 mil pesos, entre un reloj Hublot, unas gafas, un cinturón y un traje de marca.
Todo esto ocurrió en tan solo dos días.
Comenzó en redes sociales con comentarios, RT’ s y acusaciones hasta que el martes por la tarde, el senador Armenta salió a desligarse de su particular. Para ese momento, ya estaba más que viralizado el escándalo.
Ya era imparable.
Armenta dijo en la entrevista que él solo respondía por sus acciones y que los demás deben asumir sus consecuencias, aún su particular. De esa manera abandonó a quien le ha sido leal y cómplice durante más de 15 años.
Sugirió que era parte de la guerra interna que se vive en Puebla por la candidatura a la gubernatura. Sin mencionarlo por su nombre dirigió su mirada hacia su primo, el líder de la Jucopo, Ignacio Mier.
Poco más tarde, “El Choco” subió a su cuenta de Twitter una disculpa pública por comprar un auto en millones de pesos lo cual va en contra de los principios de su partido Morena por la llamada austeridad republicana. Además, admitió que la compra del “coche del bienestar” fue a crédito.
Un ejército de bots fue echado a andar por parte del equipo del senador para decir: “es de humanos equivocarse. Todos cometemos errores. Es plausible admitir sus equivocaciones”.
En conclusión, todo mal: el deslinde de Armenta dio a entender que a él solo le interesa su actual puesto y su deseo de ser gobernador. ¿No sabía de la existencia del Audi R8?, ¿es capaz de abandonar a quien sea con tal de salvarse?
Quien le ordenó a José Luis García que hiciera un mea culpa público se le olvidó que nadie comete un error de casi 4 millones de pesos (235 mil dólares). Lo empinaron dos veces al pobre “Choco”.
Era mejor dejar pasar el escándalo y que, si fue un deslinde del senador con guiño de ojo, esperar a que lo perdone. Guardar su coche varios meses o cambiarlo por arbolitos para que reparta su jefe, porque el daño ya estaba hecho.
Además, si existiera un crédito como asegura el particular de Armenta, primero, tendría que estar en su declaración patrimonial, en segundo lugar, para adquirir un préstamo se necesita justificar que gana tres veces más la mensualidad que debe liquidar.
Para ello, estaríamos hablando que al mes ganaría 900 mil pesos.
Si la UIF se le ocurriera abrir una cuenta, se imaginan qué pasaría.
Tercer lugar: Las crisis no se solucionan con bots.
Armenta debe analizar quién lo asesora porque si encabeza las preferencias electorales como asegura, debe ser más cuidadoso en los detalles.
Entre más éxito, más vulnerabilidad. Un error de casi 4 millones de pesos puede salir más caro.
Y pedir perdón debe ser de forma honesta, no una herramienta para salir al paso. No fue un error comprar un carro tan caro, eso es una consecuencia y sobre todo es la muestra de que ser senador o trabajar con uno, deja muchísimos dividendos, en un país donde la desigualdad y pobreza nos carcome a todos.