¿Hasta cuántos impresentables puede permitirse un candidato a gobernador?, la pregunta es demasiado honesta porque en cada grupo existen los acusados de malversar recursos públicos, quienes participaron en alguna “estafa maestra”, vendieron o compraron en millones de pesos alguna candidatura, operaron un fraude electoral o hasta mintieron para salvarse y encarcelar a un amigo o cómplice.
En cada equipo de campaña del PRIAN o de Morena hay cada personaje.
No hay que ir lejos, en la misma prensa hay de periodistas a periodistas. Están los que son muy cínicos y están los que tienen un poco de vergüenza. De hecho, son muy parecidos los espacios tanto del poder como de los que se dedican a informar.
Es un juego de simulaciones. Nadie se salva.
Ahí es donde aparece el famoso licenciado Fojaco. Muchos se preguntan ¿quién es el licenciado Fojaco?
Fojaco eres tú y tú y tú y solamente tú.
Un personaje digno de la picaresca poblana.
Taimado, abusivo, explotador, transa. Seguramente sería marinista si es que estuviéramos en esa década (2000-2010), sería de los que se ofendería al leer el nombre de Lydia Cacho y de manera peyorativa la nombraría como “la señora esa”. Recuerdo a un periodista poblano que fue a un debate a nivel nacional y su papel fue defender a Mario Marín.
Sería uno de los encargados en la operación de Javier López Zavala a la gubernatura: acarrearía alcaldes, se emborracharía cantando con el Osito Polar, acosaría secretarias, escribiría una columna a favor de su candidatazo de opereta y diría que si pierde se comería el periódico en la plaza pública.
Sería de los que abandonarían el marinismo y se iría fácilmente a los brazos de Rafael Moreno Valle, pondría una constructora o alguna empresa para que le adjudicaran millones de pesos en cualquier tipo de servicio: impresión, jardinería, venta de luminarias, publicidad en general, lo que sea.
Eso sí, cada que se registre un proceso electoral asomaría la cabeza para ser tomado en cuenta, pediría desde la gubernatura, la senaduría, una diputación local porque sabe que le alcanzaría para una regiduría en Tochtepec.
Si por azares del destino se fuera a trabajar con Peña Nieto, metería a sus compañeros de delegados a Sedatu o a Desarrollo Social, mientras que él pagaría millones desde su dependencia para crear los famosísimos Peñabots.
Trabajaría como delegado del IMSS, lo acusarían de desvío de recursos públicos y como es panista, seguramente se inmolará y dirá que es víctima de la persecución política por parte de algún gobierno dictatorial.
En cada equipo de campaña existe un Fojaco. Es aquel abogado que dice tener contacto con el Fiscal General del estado pero jamás se ha topado con él y si lo ha hecho sólo le ha dicho: “buenos días, licenciado”. Eso sí, a cada uno de sus clientes ya les bajó más de 50 mil pesos con la promesa de que no tendrán ningún problema legal.
Esos Fojacos estarán en el próximo gobierno estatal no importa si gana el PAN o Morena. Serán esas lapas necesarias que se adherirán a la piel del gobierno estatal o municipal.
Por eso la pregunta ¿hasta cuántos impresentables tiene derecho un candidato a gobernador? Porque todos los tienen. Y todos es todos. Y si no los han detectado es porque usted que lee estas líneas seguramente es ese impresentable.
Salud y hasta la Victoria es chela.