El tiempo se acorta. La ansiedad cunde por todos lados. ¿Quién será?, se preguntan. En cualquier café o restaurante se hacen escenarios. Se cruzan apuestas. Nadie cree que lleguen a buen puerto las confrontaciones entre el senador Armenta y su primo el diputado Mier.
Hay una lucha entre porristas y matraqueros de ambos lados. Empresarios, líderes y cargadas.
Periodistas a quienes ya se les olvidó el recato, se suben a la guerra. Escriben en sus redes sociales como si su trabajo no fuera informar, sino más bien ser de las barras de alguno de los aspirantes.
Los licenciados Fojaco, Manubrio, Menchaca y Malagón se ven con la típica mirada de Clint Eastwood en alguna vieja película del oeste.
Se juegan todo. La subsistencia, el regresar a mamar de la ubre del poder. El tema es que aquí sólo hay uno. Uno quién será enfrentará al candidato del PRIAN, que tendrá que convencer al público más difícil: los poblanos de la capital que le dieron la espalda a Miguel Barbosa y a Morena en los comicios del 2019 y 2021.
¿Con qué argumento convencerán a los poblanos?
No es un escenario sencillo.
Puebla no es panista, tampoco priista y mucho menos morenista. Es un público que un día puede apoyar a uno, cambiar por otro o rechazar a todos.
El futuro se complica porque Xóchitl Gálvez es la candidata de las clases medias, de los aspiracionistas, es decir, del típico poblano. No la pueden minimizar. Ella puede hacer que los escenarios locales cambien radicalmente. Podría provocar que no sea Sheinbaum, en el pragmatismo presidencial, sino Ebrard.
La dirigencia de Morena en Puebla no sabe y no puede controlar a sus aspirantes. Estos los han rebasado. Están desbocados. Es más, ¿de qué sirve ese Comité estatal?
En este momento se juega todo. Hay denuncias penales. Hay acusaciones. Hay temas quizá hasta personales. Ayer, el secretario general de Morena salió con el típico: “no nos afectan sus pleitos entre el senador y el diputado federal”.
Imaginemos que el escenario no favorece a Alejandro Armenta quien, según todas las encuestas conocidas, es el favorito. ¿Qué haría? ¿se quedará con los brazos cruzados? Lleva 10 años o quizá un poco más en campaña.
Si él acepta sumarse a la decisión del dedo presidencial, ¿qué hará su gente? ¿irán a buscar el cobijo del designado? No lo creemos. A lo mejor no hacen campaña contra Morena, pero se quedarán con los brazos cruzados.
Y si quedara Armenta, ¿qué harán los empresarios que ya invirtieron millones de pesos en promocionar la imagen de Ignacio Mier? ¿dónde quedará la cargada empresarial? ¿Les abrirán las puertas con el senador? Suponemos que sí, pero ¿ y las huestes aceptarían recibir a los morenachos, cuando ya han existido agravios?
Y no vayan a salir con que hay unidad en Puebla porque no lo creemos. No, no hay unidad. Podrán decirlo, pero la realidad es que cómo sumarán a los grupos y ¿cómo le harán para convencer a los primos de que uno de ellos no será?
¿Quién será el factor de decisión para unir lo que no se ha podido hacer en estos últimos años?
¿Quién verdaderamente asegura un proceso de reconciliación en Puebla? Y que no sólo sea un lema de campaña, como ya ocurrió en el pasado y resultó todo lo contrario.