Cascada de emociones en noventa minutos de juego, nervio, tensión, preocupación sin anotaciones ante Arabia Saudita, desahogo con los goles, esperanza, fe de la buena, no la que te venden las televisoras afines, los programas previos a la transmisión del partido, conductores que con “La Verde” puesta te venden la promesa de que el equipo se va a partir el alma porque representa al país, al final decepción, tristeza, porque nuestras expectativas siempre son más altas que el producto que nos venden cada cuatro años (para este cuatro y medio).
La Selección mostró otra cara y rozó el milagro, ayudada por Argentina casi se consigue el objetivo, pero estaba tan complicado el asunto que primero festejamos el penal atajado por Wojcech Szczesny a Lionel Messi y después lo estábamos extrañando, porque México solo fue capaz de marcar dos goles, ambos a pelota parada, Henry Martín cerrando la pinza después de un tiro de esquina y el soberbio cobro de tiro libre de Luis Chávez que se incrustó en el ángulo superior izquierdo de la portería de Mohammed Al Owais.
Alexis Vega tuvo la primera y la estrelló en la buena salida del guardameta árabe, Orbelín Pineda tendido de paloma casi marca en el primer tiempo, goles anulados por fuera de lugar, el de Uriel Antuna nos hizo brincar, segundo cobro de falta de Luis Chávez y casi se manda el doblete, los hubieras de una última carta porque todo lo dejaron para el final; curiosamente no ganaron los partidos que jugaron a no perder y aunque queda claro que los encuentros se merecían una estrategia distinta de acuerdo al rival, este miércoles nos mostraron que si se podía jugar mejor para no depender del favor de los demás.
Aunque seamos sinceros, ya se presagiaba el fracaso, Gerardo Martino se casó con sus ideas, convocatoria forzada con jugadores fuera de forma y algunos lesionados que no se bajaron del barco, un equipo falto de variantes, con pobre generación de juego ofensivo y sin goles no invitaba a pensar en una destacada participación mundialista, tal vez alcanzaba para terminar en el mismo lugar de siempre, en ese puesto conformista de los octavos de final, ubicado entre el décimo y el decimocuarto donde la selección se había colocado en las siete ediciones anteriores.
Los intereses, lo económico antes que lo deportivo como una premisa que sigue hundiendo al futbol mexicano en la Concacaf, ahí donde nos creemos “El Gigante”, pero en esta caída vertiginosa ya no tenemos claro el dominio en una zona donde existen proyectos serios como el de Estados Unidos y Canadá que con selecciones jóvenes se preparan para el próximo Mundial en 2026 donde también serán locales; vaya que los de las “Barras y las Estrellas” nos han pintado la cara en los últimos dos años, pues ellos por lo menos están en los octavos y ante los Países Bajos tienen una chance de soñar.
Culpar a Gerardo Martino es lo más sencillo, pero en los factores se tendría que analizar la falta de competitividad de una liga sin descenso, con falta de oportunidad para los jugadores mexicanos, exceso de extranjeros que no ayudan a elevar el nivel de nuestro balompié, torneos exprés que buscan vender lo inmediato, las figuras de fin de semana, los excesivos halagos de los medios de comunicación que inflamos el ego de futbolistas que cuando salen de su burbuja chocan con la realidad, nos falta roce internacional, nos falta medirnos a los mejores para intentar crecer nuestro nivel.
Cabe aclarar que jugar en el extranjero tampoco garantiza que sean cracks, porque las recomendaciones sirven para llegar, pero no ayudan para ser titular, mantenerse y trascender ya depende de la actitud, la preparación y el talento de los jugadores; desgraciadamente “en tierra de ciegos el tuerto es el rey” y a los que llegan de Europa los tratamos como Messi, Cristiano y Mbappé, pero resulta que poco han aportado para el crecimiento del balompié mexicano en las Copas del Mundo.
La Selección Mexicana en siete mundiales consecutivos se había quedado en el mismo lugar, en los octavos de final, algunas con mejor futbol de acuerdo a los gustos y en una perspectiva muy personal, las que fueron dirigidas por entrenadores hechos en nuestro país son las que han entregado buenos momentos, partidos donde el equipo se habló de tú con Bélgica, Alemania, Italia, Argentina, Croacia y hasta Brasil, se perdieron encuentros por falta de calidad, pero no por carencia de convicción y carácter.
Varios aficionados no habíamos nacido cuando México perdió tres partidos en fase de grupos, 1-3 ante Túnez https://www.youtube.com/watch?v=_EOjOnyjMlc, 0-6 frente a Alemania https://www.youtube.com/watch?v=HE9lv3CT4I8 y 1-3 ante Polonia https://www.youtube.com/watch?v=yHD2s1-y_4Q&t=114s, curiosamente también estaban los Águilas Blancas en la última ocasión que el Tricolor se quedó fuera en la primera ronda de aquella Copa del Mundo, al parecer no fue suficiente escarmiento perderse la justa de Italia 90 por la trampa de los cachirules, desperdiciar la generación del Mundial de México 86 y mantener la ruta elegida por el futbol mexicano que nos ha llevado al estancamiento y al duro fracaso de Qatar 2022.
Efectivamente hicieron historia, de la mala, esa que duele, que lástima a una afición que sigue esperando que el equipo que representa el futbol mexicano pueda trascender; tal vez primero deberíamos entender que tenemos un nivel y que haciendo lo mismo, con idénticos procedimientos, sin cambios estructurales, no se podrá llegar a algo distinto.
Para superar un problema, primero debemos reconocerlo, ese es el siguiente paso para los dueños del balón, porque aunque sea un títere, mantener a Yon de Luisa es un mal mensaje, una decisión impopular que deja visos que no les preocupa el nivel futbolístico, mientras las arcas estén llenas y se siga vendiendo el producto, no les importa los ingredientes de los que está compuesto.
Cada cuatro años le piden creer a la afición, pero la fe no se empeña a dioses de barro y todos tenemos un límite, los seguidores se cansan y creo que se ha llegado al límite para evitar que sigamos en el tobogán de la mediocridad.
@jomanuelgh