El fin de semana quedó confirmado, Javier Lozano Alarcón, el porro anti 4T sólo habita en las redes, ese espacio de la hiperrealidad alimentada a partir de eructos cargados de odio y fobias.
Es un don nadie a la luz del día, en el espacio físico urbano, no importa el lugar en el que se coloque, en Puebla pasa siempre inadvertido, no obstante haber tenido una enorme exposición entre 2006 y 2012.
Eso explica que durante toda la mañana de sábado no haya habido un sola persona dispuesta a acercarse a la mesa en la que desayunaba para solicitar la gracia de su altísima para obtener una selfie, fotografía o autógrafo durante el largo tiempo en el que estuvo fuera del aurea virtual de la tuitosfera para colocarse en el nuevo escaparate del Centro Histórico de la capital de Puebla.
Largo tiempo estuvo en el portal en el que el Hotel Royalti, ese que la prensa ha dicho reiteradamente, tuvo inyección de capital de Diódoro Carrasco Altamirano, el ex secretario de Gobernación en la época del panismo en el gobierno poblano.
El inmueble que volvió a abrir sus puertas tras el corte de listón inaugural de Eduardo Rivera Pérez, el alcalde que por segunda vez conduce las riendas de la ciudad y que el irascible Lozano conoce bien por varias razones.
Una debe recordarse con precisión, cuando como secretario de Trabajo y Previsión Social del gobierno federal se prestó para hacerle la majadería de desplazarlo del balcón en palacio municipal la noche del 15 de septiembre de 2011, cuando un hiriente Rafael Moreno Valle placeaba al ex funcionario federal con la pálida intención de hacerlo !candidato a un puesto de elección popular¡
Es el mismo Lozano Alarcón que ha hecho el indigno papel de feroz mastín encargado de celar a panistas y priistas, particularmente a Felipe Calderón, pero también miembro conspicuo de ese selecto y gangsteril grupo en el que participaba un forajido a quien todos en la aldea local conocen por su el apodo de “El Cachetes”.
Al día siguiente volvió al Centro Histórico y fiel a la doble moral con la que se rige -el periodista Mario Alberto Mejía recién publicó un bochornoso episodio de este pretendido galán otoñal- llegó a la catedral de Puebla, devoto y mustio.
Lozano pasó desapercibido entre la feligresía, ignoto y altanero se ubicó en una de las bancas del recinto histórico, en la búsqueda de la gracia del Creador después de haber tirado hiel a través de su cuenta de Twitter, en donde también acumula odio.
Una publicación dominguera en su cuenta lo coloca tal cual: “Y 52 años después, en el mismo sitio: la fuente del Teatro Principal de Puebla. Qué dicha. Aquí seguimos”.
Coyuntura y lugar eran propicios para que el aspirante a la candidatura al gobierno de Puebla en 2024 apareciera en la asamblea del Partido Acción Nacional, pero nadie de la militancia lo advirtió.
Las tareas de partido no son las del ex senador de la República, tan ajeno a la chusma militante y tan cerca de las cúpulas palaciegas en donde recoge migajas del poder exiguo de la oposición enfermiza. Lozano se pinta solo.
@FerMaldonadoMX