El video es muy revelador, duro, difícil de digerir, doloroso, siniestro y escalofriante. Aquellos que han visto y el video y tienen un conocimiento básico sobre la guerra contra el narco que vivió la Colombia de los tiempos de Pablo Escobar, reconoce el modus operandi.
El momento es fatal, fulminante, complicado de presenciar y entender, no se entiende a magnitud de lo que causa que una persona pierda la vida así, en un momento, de golpe y en total impunidad.
Dos sujetos llegan en una moto, se acercan a un vehículo del que se desprende una mujer y un menor, caminan hacia la cajuela, alcanzan a sacar algo y cuando vuelven hacia el frente, llegan y le disparan en la cabeza a ella, dejándola sobre un charco de sangre y con el menor lesionado.
Se trataba de una maestra de una primaria situada en una de las primeras capitales gobernadas por las administraciones de la 4T y en donde se buscó asentar los principios de este movimiento que prometía transformación.
El momento en el que ocurre la dolorosa muerte de la maestra, que se presentó a todo el país en este estrepitoso video, sirve para retratar las dos caras de un momento crucial en la vida del país y en materia de seguridad, el reclamo más sentido de la población en la actualidad.
Mientras familias como las de esta profesora se consumen entre el llanto y el dolor, arriba vuelven al debate vacío, lleno de huecos y sin forma, sin detenerse en mirar un poco al suelo.
Los temas que dominaron la agenda política de las últimas horas fueron: la discusión de postergación de la presencia del Ejército en labores de seguridad en el país, junto con la huida de un senador yucateco panista a Morena y pasando por un montón de burlas de miembros del Senado por un conteo de votos.
Vimos el transcurrir de estos tres momentos en un abrir y cerrar de ojos, como si de una normalidad se tratara, como si de burletas senatoriales, acuerdos cupulares y la traición al ideal que se ha sostenido por años, se tratase antes de velar por el bienestar de los ciudadanos.
La militarización es una realidad, lo ha sido desde hace 16 años que un presidente panista sacó a las Fuerzas Armadas a las calles esperando que lo ayudaran a combatir a la inseguridad.
La militarización se ahondó y se reforzó con la llegada de un nuevo Gobierno, ahora priísta, que dotó a los oficiales de una fuerza sin igual, que no tuvo medida y que azotó como cualquier otra fuerza violenta.
Ahora, con un Gobierno de Morena, el tercero en fila que hace de la militarización su bandera, se fracasa en los ideales profesados durante años, pero también se dota a las Fuerzas Armadas de un nuevo poder, el del dinero.
Y en la votación, el absurdo: senadores como adolescentes en un salón de clases, gritándose burletas lejos, muy lejos del debate serio y de altura que requieren las historias que vemos todos los días en video.
Nos iremos a dormir un poco más pesados, más doloridos, menos tranquilos y con muchas más dudas. Arriba se van a dormir con una nueva oportunidad para hacer el ridículo.
@Olmosarcos_