La inflación seguirá a la alza y está lejos de solucionarse en el país, al menos por lo que resta del año. Esto, aunado a otros factores, abre la posibilidad de una recesión económica para la primera mitad del 2023, aseguró Héctor Magaña, experto del Tecnológico de Monterrey.
“Nuestro país podría enfrentar una recesión económica en 2023, en línea con el comportamiento de la economía de Estados Unidos”, explicó Héctor Magaña, profesor del departamento de contabilidad y finanzas del Tecnológico de Monterrey.
Esto, debido a las estrechas relaciones económicas que se tienen con el país vecino, el cual ha venido presentando varios indicadores que también lo aproximan a una recesión. “Tal es el caso de la desaceleración del Producto Interno Bruto, pero particularmente la caída en el consumo y la menor confianza de los consumidores (…)”, apuntó Magaña.
Añadió que hay menores pedidos en el sector manufacturero y de construcción, lo que “va a provocar todavía incrementos en las tasas de interés y va a limitar el dinamismo en la economía de Estados Unidos”.
El impacto que esto tendrá en la economía mexicana se verá reflejado en aspectos como la tendencia creciente de la tasa de interés establecida por el Banco de México, “limitando con ellos los hábitos de consumo de las personas y también la inversión o el financiamiento de las empresas con respecto a la contratación de deuda”, expuso el especialista en administración de negocios.
Asimismo, se observará un debilitamiento del mercado interno, “es decir, el consumo de las personas se va a ver limitado y la expansión de las empresas también se va a ver limitada” y “se va a recibir un menor flujo de remesas, como vimos en el caso particular del sector de la construcción”.
De igual manera, el dinamismo del sector exportador se verá afectado. “Esto es importante, porque si bien, en los últimos periodos el factor exportador fue el principal motor de crecimiento de nuestra economía, de entrar en una recesión Estados Unidos, se perderá ese motor de crecimiento”, destacó el experto.
En cuanto a la población civil, los efectos esperados serán una mayor tasa de desempleo, recorte de personal en las empresas y un cambio en los hábitos de consumo, puesto que la gente, “al no tener certeza de si van a conservar o no su empleo, únicamente tenderán a consumir los bienes esenciales y con ello también el consumo interno de nuestro país se va a ver limitado de manera todavía más importante”, aseveró el académico.
AR