El presidente Andrés Manuel López Obrador llegará este jueves a Puebla para encabezar la Mesa de Seguridad, su “Mañanera” y luego el desfile conmemorativo con motivo de la Batalla de Puebla, a 160 años de la gesta del general Ignacio Zaragoza, en medio de un escenario sucesorio.
Las fuerzas entorno de la Cuarta Transformación están desatadas por razones naturales, pues en un plazo perentorio, no más de año y medio, deberá haber definiciones rumbo a 2024.
En juego está la candidatura presidencial y la de gobernador. Cada uno de los aspirantes espera en su trinchera. No hay forma de postergar esas dos definiciones.
El plazo no se puede considerar extenso, de ninguna manera. Sólo los iniciados entienden que el proceso de selección está en una etapa de cocción.
Así es como se debe entender el destape que el propio presidente hizo el jueves 28, en Palacio Nacional, de su secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, cuando recibió a las bancadas de Morena, PT y Verde.
Conocedor de los tiempos y el momento, el presidente colocó en el primer plano a quien definió como “un buen Secretario de Gobernación”, gesto que no ha tenido con ninguno de sus colaboradores en el gabinete.
Un escenario inmediato es el autodestape que el canciller Marcelo Ebrard Casaubón hizo este domingo en Acatlán, Hidalgo, en donde acompañó al candidato de Morena al gobierno de aquel estado, Julio Menchaca.
No era un secreto para nadie. Desde julio de 2021, el diputado federal poblano, Juan Carlos Natale, se había ocupado de destapar las aspiraciones de Ebrard en la contienda de 2024, en una comida convocada en el Estado de México.
El escenario se aceleró por el gesto presidencial de la semana previa a la visita a Puebla respecto de quien ha sido considerado el “caballo negro” de la 4T, el secretario de Gobernación, colocado en esa condición por su jefe y amigo, el propio López Obrador.
La liturgia política desde la lejana década de los ‘70, establece que un 80 por ciento de los sucesores colocados en la recta de salida por la nominación en la segunda mitad de los mandatos presidenciales han alcanzado el triunfo, desde que el exgobernador de Guerrero, Rubén Figueroa, acuño la expresión de que la “caballada está flaca”.
La posibilidad de que el titular de Gobernación irrumpa en la escena sucesoria consiguió, por lo pronto, la autopromoción del titular de Relaciones Exteriores que en Puebla cuenta ya con un conjunto de promotores, colocados en el reflector desde su visita previa en la primera semana del mes de abril.
El reacomodo de fuerzas políticas -particularmente en Puebla-, con Adán Augusto en la contienda interna por la candidatura presidencial, tendrá un final de pronóstico reservado.
Cada una de las cabezas visibles de los diferentes grupos políticos locales tiene una veladora encendida para propiciar el milagro de que el dedo del señor señale en la dirección de su conveniencia.
Nada está escrito, salvo la relación cercana, afectiva y política que el “caballo negro” tiene con Miguel Barbosa. ¡Qué nervios!
parabolica.mx escribe Fernando Maldonado
@FerMaldonadoMX