Han sido meses y meses de debate que si la Consulta Popular para la Revocación de Mandato sirve o que si no sirve, que si es un ejercicio para que el presidente de la República revalide su alta popularidad ante un pueblo que suele serle fiel y volcarse a las calles y las urnas cuando recibe el llamado en el tono justo.
En el centro de debate está la opinión de la ciudadanía, pero no sobre si el mandatario debe quedarse, sino si el ejercicio debe llevarse a cabo.
Para este domingo, los poblanos y veracruzanos, jaliscienses, quintanarroense y regios, y los habitantes de otras 27 entidades, tendrán por primera vez la posibilidad de decidir si quieren que una autoridad permanezca en el cargo o se vaya y nadie ha atendido a ello.
Esto es cierto, para que la consulta popular sea vinculante se requiere que la participación total corresponda, al menos, al cuarenta por ciento de los ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores.
Sólo de esta manera los poderes Ejecutivo y Legislativo federales, así como las autoridades competentes, iniciarán las acciones legales correspondientes al resultado.
Sin embargo, las teorías que se han armado algunos opositores a este ejercicio son solo eso, construcciones mentales que carecen de sustento como para validar que se trate de un preámbulo para la ampliación de la gestión del mandatario, entre quienes conocen la esencia del ejercicio.
Siempre es ocioso imaginar lo que hubiera pasado si las cosas fueran diferentes en un pasado alternativo, por ejemplo… ¿Acaso no en la entidad vecina habrían echado con gusto al exgobernador ahora preso Javier Duarte de Ochoa? ¿Acaso no las víctimas de Chalchihuapan hubiesen sido promoventes del retiro del poder del totalitario gobernador Rafael Moreno Valle? ¿Qué no habría un mejor presente para quienes padecieron del estilo déspota de gobernar del otrora mandatario Roberto Borge Angulo? ¿Acaso no ha sido fatídica la gestión de Enrique Alfaro en Jalisco y el azote de la violencia es suficiente para pedir que se separe del cargo? ¿O no se pensarán muchos en Nuevo León que puede haber algo mejor que un Samuel García o un Jaime Rodríguez Calderón entre sus opciones?
Lo que sí es deplorable es que, entre los medios de comunicación y quienes con responsabilidad deberían usar el micrófono para incentivar una mejor ciudadanía, haya quienes aseguren que ir o no a votar en las 53 mil casillas en todo el país para realizar la consulta te hace mejor o peor persona o ciudadano.
También es injustificable que actores de estos mismos espacios usen su púlpito para adjetivar a quienes por voluntad propia insisten o no en asistir a calificar al mandatario federal. Los insultos que van desde borregos, pendejos o feligreses desde los opositores al presidente, o fachos y antimexicanos, desde su bando.
En este ejercicio germina la confusión entre lo popular y lo democrático, como si de nada de ello se tratase.
@Olmosarcos_
Máscaras escribe Jesús Olmos