En términos estrictos, desde el homo sapiens, el ser humano ha promovido la construcción de realidades alternas a través —por ejemplo— del lenguaje mismo como instrumento narratológico para la mitología, literatura y otras expresiones escritas.
En la semiósfera tecnológica, Scolari nos regala una de las aproximaciones más idóneas de los metaversos como interfaces de interacción y su futuro como instrumento en la cotidianeidad de los ciudadanos digitales.
En la década de los 80’s, la experiencia inmersiva como el Multi-User-Dungeon (MUD), con posteriores remediaciones Multi-User-Dimension y Multi-User-Domain, ofrecían un mundo virtual en tiempo real a partir del multiplayer. Estos escenarios combinaban elementos narrativos de los videojuegos en primera persona, pero también chats; géneros de combate como el “hack and slay” y narrativas de ficción interactiva que se activan a partir de la escritura en comandos simulando el lenguaje natural.
Los estudios MUD se realizan desde la era de la web 2.0, cuando las redes sociodigitales y los ordenadores personales cobraban un sentido de uso social más que técnico. Es decir, la representación de la tecnología borra fronteras entre lo inanimado y lo animado, como si se tratara de la “extensión del yo”, en términos de la psicología de la vida digital.
En el caso de la MUD, se trata de una interfaz interactiva basado en experiencia alfanumérica que compartía experiencias, tal y como sucedía en las cavernas con la construcción de identidades y roles a partir del desarrollo mismo de la vida.
Facebook con su metaverso replica interfaces de interacción propias de los videojuegos como Myst y las posteriores sagas como The Sims, y más recientemente Fortnite, Call of Duty, Minecraft y The Second Life.
Scolari en “¿Hacia la interfaz total?” cuestiona la estrategia de supervivencia corporativista de rebranding empresarial que apuesta por un universo virtual como solución a su inherente esencia basada en la extracción, recolección, exploración y explotación masiva de datos personales. En este nuevo horizonte, Meta intenta seducir a sus 3 mil millones de usuarios, pese a los discursos sobre privacidad y escenarios de seguridad.
El metaverso esencialmente fue un escenario creado a partir de la coparticipación y colaboración de un proyecto abierto, donde no dominaba el corporativismo siliconiano, ni el capitalismo de plataformas, que su única función en el futuro será continuar con la explotación de los datos personales para fines propagandísticos, publicitarios o mercadológicos.
Ecosistema Digital
Carlos Miguel Ramos Linares
@cm_ramoslinares