La inflación ha encarecido en 63.24% los productos de la canasta básica, lo que ha provocado cambios en los hábitos de consumo de los mexicanos, afectando los ingresos de los comerciantes locales.
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El abismo entre el poder adquisitivo de los consumidores y el costo de la canasta básica, ha generado pobreza alimentaria que obliga a las familias a adquirir productos sin considerar la marca, el volumen o el valor nutricional, dando preferencia al precio, a lo que le alcance de acuerdo a su bolsillo.
En los negocios locales, se han observado cambios en el consumo diario de los clientes, quienes adaptan, limitan y reducen las cantidades de los productos alimenticios, en función con el dinero con el que disponen.
De acuerdo con una encuesta realizada por Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), insumos como la tortilla, los embutidos (jamón y salchichas) y los quesos, ya no se adquieren por unidades completas, sino por menos de medio kilogramo; las verduras y los huevos, se compran por piezas, y no por kilogramo; mientras que los granos como arroz y frijol, así como el azúcar, se compran a granel, dejando de lado las marcas de los productos.
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Además, como parte de los cambios en los hábitos de consumo, la idea de comprar despensa por semana o por quincena ha ido desapareciendo y se reduce al consumo diario.
Aunado a lo anterior, ocho de cada 10 pequeños comerciantes han detectado un incremento de hasta 30% de la clientela que pide fiado.
“Al cliente promedio, no le alcanza para la canasta básica”, puntualizó Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Anpec, y agregó que 85.70% de la población no puede adquirir los productos alimenticios esenciales.
En la presentación de la encuesta “Hábitos de consumo y pobreza”, Rivera apuntó que el consumo empobrecido, afecta a los pequeños comerciantes –quienes también forman parte de una familia y buscan la manera de seguir trabajando– por las bajas o limitantes ventas.
Según los resultados, el 88.24% de los pequeños comerciantes consultados, no han logrado aumentar sus ganancias durante el último año; y el 46.08% tuvo que sumar un giro comercial a su tiendita para obtener mayores utilidades.
Y es que, a pesar de que la mayoría de los pequeños comerciantes abren sus establecimientos todos los días, por más de 12 horas diarias, la inflación y la pandemia, han sufrido pérdidas económicas.
A ello se le suman otros factores de riesgo, como la competencia de tiendas de conveniencia, la inseguridad por parte de los grupos delincuenciales y la corrupción por parte de las autoridades locales.
LEG