Dos episodios en su vida, separados en el tiempo por dos décadas, pintan a Ricardo Monreal Ávila, quien se erigió a finales de la década de los 90 como un luchador social dispuesto a transformar a Zacatecas, y es hoy un sospechoso personaje que, con un falso halo de dudoso predicador, da consejos, se erige como líder moral y se asume como “presidenciable”.
1997: la ciudad de Zacatecas estaba convertida en un hervidero de simpatizantes de Ricardo, aquel bigotón cachetón, tan cercano a sus paisanos, a pesar de ser ya un consagrado de la política estatal y con una incipiente, pero prometedora, carrera en las grandes ligas del país, en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Él buscaba la candidatura de su partido a la gubernatura. Zacatecas, era territorio caciquil de los Borrego, los Romo y un entonces joven de 38 años, de un origen distinto de la “realeza” zacatecana, no fue bien visto.
No la obtuvo, pero en cambio logró la gubernatura por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y acuñó el término “monrealazo”, para identificar a quienes, dejando al entonces hegemónico tricolor, lograban vencerlo con otros colores partidistas.
2017: el entonces delegado de la Cuauhtémoc negociaba con el PRI la posibilidad de ser su candidato a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, luego de que su ahora instituto, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), por el dedazo divino de Andrés Manuel López Obrador, designó como su abanderada a Claudia Sheinbaum Pardo.
Terminó por recular y fue incluido en la Lista Nacional de los senadores de Morena con la promesa de ser el coordinador. Se le cumplió.
Alrededor suyo, se mueve la idea de que es un “presidenciable” y que compite por ese cargo, para 2024, lo mismo con el canciller Marcelo Ebrard Casaubón y la propia Sheinbaum, pero es un espejismo.
Todo lo anterior viene a cuenta por los dos momentos que el grupo de las Vivanco ha vivido también en estos días.
13 de mayo de este 2021: Claudia Rivera Vivanco, aspirante a la reelección en Puebla capital, y su grupo recibieron a la líder moral de la pureza del morenismo, una lopezobradorista a prueba de balas y que ha permanecido con el hoy presidente en las malas, las muy malas y las peores: Bertha Elena Luján Uranga, presidenta del Consejo Nacional.
Como siempre, le dan su versión de los temas poblanos y, con lengua de doble filo, buscan su respaldo retórico en conferencias de prensa. Pero finalmente, se erigieron como “puros” y Doña Bertha los respaldó.
17 de mayo también de este año: los vivanquistas, con todo y Ema Eloísa Vivanco Esquide, mamá de Claudia, y anexados como el alcalde de Huauchinango, Gustavo Vargas, le hicieron la fiesta al sospechoso Monreal, y al incomprensible Alejandro Armenta, en la presentación en Puebla del libro del primero, a cambio de un apapacho a medias, que sonó a ruego: “Claudia merece seguir gobernando su municipio”.
Tras estas descripciones de unos y otros, la inevitable pregunta: ¿qué Monreal vino a Puebla? ¿El noble político? ¿O el avieso “presidenciable”?
¿Qué Vivancos lo recibieron? ¿Los puros y puras? ¿O las que dudan de su propia ideología?
Cuánto extravío.
@Alvaro_Rmz_V
Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco