La visita de Andrés Manuel López Obrador a San Sebastián Zinacantepec, la tierra originaria del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, sirvió al tabasqueño para soltar frases que, en su especial gusto por lo simbólico, dejaron evidencia de que su relación con el poblano, en lo personal y lo político, hoy está liberada de tóxicos recaderos, que no hace mucho conspiraron contra el mandatario estatal.

Esos y esas que llevaron versiones aviesas y que pretendían desestabilizar el estado y la actual administración y que, gustosos, encontraron eco en adversarios ávidos de carroña.

La única duda que ahora persiste es dónde están exactamente esos recaderos que intentaron sembrar la versión de que Barbosa tenía mala salud o que su relación con el presidente no era tan buena como se percibe. Las dos especies fincadas en intereses muy perversos.

Con claridad, sabemos que, desde su oscura trinchera, el exsecretario de Gobernación, Fernando Luis Manzanilla Prieto, sembró en medios de comunicación la versión hace tiempo, sin mucho éxito. La compró quien le convenía en esa coyuntura y luego no se ha vuelto a abordar.

Sin embargo, en ese embate contra el gobernador, hubo también ese llamado fuego amigo, el que se esconde perverso y empapa con miel los oídos del interlocutor. Ése es el más peligroso y persistente.

“Me da muchísimo gusto estar en Zinacantepec, en Puebla. Voy a estar viniendo constantemente. Me da gusto también encontrar en buen estado de salud a Miguel. Cada vez lo veo mejor, más lúcido y también muy bien físicamente, porque había la preocupación de la enfermedad de Miguel y que a lo mejor no le iba bien; pero lo veo renovado, sí, muy fortalecido. Me da muchísimo gusto”.

Andrés Manuel, cuidadoso y pausado -hasta por ello se le critica-, con sus palabras, el viernes soltó frases elocuentes, que en realidad son citas de lo que le habían ido a decir: “había la preocupación de la enfermedad de Miguel y que a lo mejor no le iba bien”.

¿Quién decía eso? ¿Quién presagiaba o hasta deseaba la caída del gobernador de Puebla y la inestabilidad, una vez más, para el estado?

Por supuesto, todo fue una mentira, primero, y la tergiversación perversa después.

Lo sabe ahora muy bien sin duda el oriundo de Tepetitán .

Y también, después de haberlo escuchado, sin duda lo percibe o lo ha analizado el de Zinacantepec.

Andrés Manuel López Obrador dejó claro que, ahora que vio a Miguel Barbosa Huerta, según sus propias palabras, “renovado y fortalecido”, los recaderos tóxicos han quedado sin legitimidad.

Para el poblano y su equipo, en tanto, seguramente las palabras del presidente reafirman la sospecha de la conspiración, además de que desnuda, cada vez más, a los conspiradores.

¿Están en Palacio Nacional? Podría ser.

 

@Alvaro_Rmz_V

Piso 17 por Álvaro Ramírez Velasco