La casa de los Huerta, la rama materna de quien ahora es gobernador de Puebla, se levanta en medio de un conjunto de modestas viviendas, a media calle del palacio municipal.
Los Barbosa, la rama paterna, son originarios de un municipio vecino, Ajalpan y luego todos -cinco hijos, madre y padre- mudaron a Tehuacán, la cabecera municipal que antes abarcó hasta Zinacantepec.
En la esquina de la casona de color guinda y portón sólido, un bien remozado plantel escolar de educación básica, Gabriela Mistral. Es el sitio en donde Barbosa y sus hermanos tuvieron sus primeros estudios.
Regidor de Hacienda en el municipio, don José Luís Ortega de los Santos -Chivis, le dicen quienes son de su generación-, recuerda a la familia del mandatario dedicada siempre a la política.
-Aquí en Zinacantepec, ¿pensaron algún día que Miguel Barbosa sería gobernador?
Detrás de su cubrebocas y lentes de miope, ríe como respuesta única.
Contemporáneos del Ejecutivo, que este viernes fue anfitrión del presidente Andrés Manuel López Obrador, recuerdan a los Huerta y Barbosa como una familia dedicada, sin escándalos ni desmanes. Miguel era el más serio y callado de todos, definieron en una conversación con el reportero en el centro del pintoresco pueblo, antes del arribo de López Obrador.
En un pueblo los hermanos Barbosa Huerta eran los únicos en tener un aparato televisor, cuentan. “Ahí íbamos a ver la televisión, unos pagaban por verla y otros eran invitados”.
No dejan de lamentar los habitantes que el paisano que despacha en Casa Aguayo los tenga en el olvido presupuestal que contrastó con el apoyo como presidente del Senado, cuando gestionó apoyos para dar mantenimiento y reconstruir templos y escuelas. La tardía llegada al poder y la pandemia, justificaron.
Zinacantepec tiene apenas 20 mil habitantes, pero se ha convertido en el centro de la actividad productiva con vocación estrictamente agrícola en medio de los municipios vecinos: Ajalpan, Coxcatlán, San José Miahuatlán y Altepexi.
El presidente López Obrador anunció aquí la instalación de una sucursal del Banco para el Bienestar, para que “nuestros adultos mayores y los jóvenes” no tengan que trasladarse a Tehuacán, dijo el presidente en la inauguración de la primera etapa de la Universidad Benito Juárez.
Con la parquedad que define a los hombres de la izquierda, AMLO fue inusualmente afectuoso con su correligionario, cuando en dos ocasiones lo definió como el amigo y compañero.
“Me da gusto encontrar en buen estado de salud a Miguel, más lúcido y físicamente. Lo veo renovado”.
Más de 460 jóvenes de este lugar tienen una beca, dijo el mandatario, y otras 2 mil 73 familias reciben apoyos además de que 13 planteles escolares cuentan con recursos para el mantenimiento, sin intermediario, les dijo el presidente.
Celebró el trabajo que el Gobierno del Estado hace contra la pandemia. Habló del dolor familiar por el costo de vidas a causa del coronavirus y la necesidad de sacar fortaleza en medio de la crisis de salud.
“Con todo el dolor, con toda nuestra tristeza, tenemos que sacar fortaleza de lo más profundo”, al tiempo de anticipar que la jornada de vacunación antiCovid-19 comenzará en Puebla esta misma semana. “Ya tenemos las dosis necesarias”, prometió.
López Obrador partió a bordo de la Suburban en la que llegó a la ceremonia inaugural y ya una canasta de muéganos típicos de Tehuacán, como presente, esperaban. Fuera del plantel, cientos de lugareños querían ver al mandatario federal, con teléfonos móviles para captar alguna escena.
En Zinacantepec no veían a un funcionario federal desde que el poblano Gustavo Díaz Ordaz era presidente. Su hermano, titular de la SEP, llegó para inaugurar la escuela primaria que aún lleva su nombre: Profesor Ramón Díaz Ordaz, en el sombrío periodo de 1968.
El lugar en el que nació el único gobernador de izquierda que ha tenido Puebla, conoce la alternancia. Ha tenido gestiones priistas y panistas. En la entrada, un anuncio de Ricardo Anaya como candidato presidencial del PAN palidece, vetusto.