Ugur Sahin, hijo de inmigrantes turcos, tenía doce años cuando su profesor le recomendó continuar sus estudios en una “Hauptschule”, un tipo de escuela secundaria con un nivel académico muy bajo, y que es recomendada a los alumnos de bajo rendimiento (aunque este no era el caso de Sahin).

Sin embargo, gracias a su vecino alemán, Ugur Sahin pudo continuar sus estudios en un “Gymnasium”, el cual le permitió terminar la universidad. Hoy, tanto él como su esposa, Özlem Türeci, le han dado una esperanza al mundo con su proyecto de vacuna contra el Covid-19.

BioNTech es la biotecnológica que pertenece a este matrimonio de doctores turco alemanes y que, junto a Pfizer, ha comenzado a desarrollar la vacuna que promete ser un extraordinario progreso científico.

La historia de esta pareja es una bella bofetada a la ultraderecha europea, la cual a veces parece dar pasos agigantados. También es una gran lección del valor de la diversidad social. Y en un año en el que se ha reabierto la conversación sobre racismo y desigualdad, esta noticia es más que necesaria.

Al contar su historia, esta pareja también abrió un debate: ¿hay discriminación en las primarias alemanas?

Al llegar al sexto grado, los alumnos reciben una orientación sobre su futuro académico. Siendo la Hauptschule el menor grado para continuar con los estudios y el Gymnasium el más importante, con el cual se tendrá mayores oportunidades de tener una educación universitaria.

Los profesores basan sus orientaciones a partir de las aptitudes y calificaciones de los alumnos pero al final son ellos quienes deciden. En este pequeño y necesario proceso se guarda una serie de actos que muchas veces tienen que ver con la discriminación y el racismo.

La mayoría de los alumnos de padres inmigrantes son enviados a escuelas inferiores, aunque hablen perfecto alemán. Y ese fue el caso de Sahin, hijo de padres inmigrantes que llegaron a Alemania para reconstruirla.

“Alemania fue a Turquía a buscar trabajadores, pero llegaron personas”

Turquía y Alemania tienen una historia profunda. Los turcos son una de las minorías más fuertes en el país. Han reconstruido la capital desde la década de los 60, cuando fueron contratados como “trabajadores invitados”.

Con el paso de los años, se han implementado una serie de restricciones y medidas que han impedido la inclusión de esta comunidad. A pesar de ello, han encontrado un hogar aquí. Han cambiado las ciudades y son parte de este país.

La ultraderecha y los neonazis han sido sus principales oponentes, así que esta noticia no sólo es un arma contra el Covid-19; también lo es para la discriminación. Es un poderoso mensaje que nos da la esperanza de que la diversidad es posible. El futuro es y debe ser multicultural.

 

@dianaegomez

Cartas desde Berlín por Diana Gómez