Por Guadalupe Juárez
SAN ANDRÉS CHOLULA. El vaivén de las banderas con caras de distintas fuerzas políticas lo arropa. Sonríe. Sabe que no sólo cuenta con el respaldo de los cinco colores al frente: ayer, figuras amarillas de autoridad en municipios lo prefirieron por encima de otras
propuestas.
“Estás conquistando voluntades de otros partidos, Tony”, le dicen. Es apenas el cuarto día del camino a una gubernatura deseada para Antonio Gali Fayad.
A sus costados, los hombres de una corriente política que no niega como raíz –el morenovallismo– lo arropan, lo animan para que continúe firme al micrófono, pese a la voz desgastada.
Miguel Ángel Huepa, quien buscara un curul en la Cámara de Diputados; el presidente municipal con licencia de este sitio, Leoncio Paisano, y el dirigente de Nueva Alianza, Gerardo Islas Maldonado, hacen un frente y arremeten con los de “enfrente”, sus contrincantes.
“Tienen un candidato disfrazado de mujer”, acusa Islas mientras pregunta al público si tiene memoria. Los recuerdos deben apuntar, en su lógica de discurso, al exgobernador Mario Marín Torres.
Paisano y Huepa se desviven en elogios para Gali Fayad, “Un hombre trabajador”, “un hombre que sabe hacer las cosas”, expresan en sus minutos de intervención.
Siguen las fotos, las muestras de cariño de parte de las personas que están en el templete. Las peticiones al oído del candidato, las felicitaciones, los saludos, las palmadas en la espalda.
En su papel de quien debe pedir los votos de los presentes, Gali Fayad expresa en pocas palabras sus proyectos.
El primero: la continuidad del progreso en el estado –promete– sumado a su voluntad política para trabajar también con y para los que no comparten su visión.
Para las personas con discapacidad y adultos mayores –asegura– hay espacio en la plantilla laboral burocrática.
Una Secretaría especializada en su atención y con personal en las mismas condiciones de los beneficiarios, se compromete.
Más empleo y la entrega de uniformes a alumnos de secundaria, añade.
A sus espaldas se encuentra la Puebla milenaria, las entrañas de la historia de la entidad, por un lado la pirámide más grande de la arquitectura prehispánica; por el otro el volcán que le da figura y hace de este sitio una postal. Aprovecha para presumir su origen.
Ante el paisaje, los ánimos lo envuelven y quizás por eso se atreve a hablar de muerte, aunque con un anhelo: “Soy de Puebla y me voy a morir en Puebla, cuando eso pase, que esparzan mis cenizas por todo el estado”, pide ante las cerca de dos mil personas reunidas en este municipio donde conviven universitarios de primer mundo, investigadores extranjeros, milpas, buena parte de la población en bicicleta, pastores de chivos y borregos, hectáreas sembradas de flores y hortalizas y fraccionamientos de lujo.