Rompe esquemas.Con irreverencia y un elenco reconocido nacional e internacionalmente, la obra está llamada a convertirse en un clásico del teatro mexicano contemporáneo.
Por: Álvaro Ramírez Velasco
Con una intensidad que lleva al espectador del estupor a la carcajada y de regreso, atrapado en la butaca, sin perder un solo detalle, la obra de teatro Timboctou sedujo al público poblano el pasado 30 de noviembre y anunció que en enero regresará con su elenco de actores jóvenes y de carácter, quienes no temen al salto sin red de la televisión, al cine y a las tablas.
En el foro Puro Drama, de Puebla capital, se presentó en función especial, la que se reeditará el próximo 17 de diciembre en La Teatrería, de Tabasco 152, en la colonia Roma Norte de Ciudad de México; las presentaciones seguirán esta dinámica y se irán anunciando con suficiente antelación por lo complicado que resulta sincronizar las agendas del elenco que integran histriones que son ya reconocidos por sus trabajos en la televisión nacional, lo mismo que en Telemundo, Netflix y series estadounidenses.
Timboctou es una obra irreverente, con un tratamiento extraordinario, que pisa la ironía y roza la descarnada sorpresa sobre dos temas que, lamentablemente, se han vuelto parte del paisaje cotidiano del país: la corrupción y el narcotráfico.
Con un elenco de actores reconocidos nacional e internacionalmente, el texto de la dramaturgia de Alejandro Ricaño, con la dirección de Fernando Yralda, narra, con deliciosas y ocurrentes fracturas temporales, el cruzamiento de las vidas de extraños en momentos bizarros, salpicados de la violencia y corrupción inherentes al narcotráfico y a la política.
La obra, que tiene la producción general y la actuación del poblano egresado de la carrera de Arte Dramático de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Pedro Giunti, ocurre en la frontera con Estados Unidos, pero en el imaginario de los personajes puede llegar tan lejos, como al final del mundo, como a Timboctou, por ejemplo.
El elenco está conformado, además de Giunti, por Guillermo Avilán, Antonio Fortier, Alfredo Gatica, Adrián Ghar, Cuauhtli Jiménez, Gabriel Regueira y Sofía Sanz.
En escena, los personajes crean una complicidad perversa y divertida y las voces narrativas van del pasado al presente, de la tercera a la primera persona, en medio de fracturas temporales que se alejan de las tradicionales descripciones lineales o Parábola Aristotélica.
Timboctou pareciera estar llamada a convertirse en el corto plazo en un clásico del teatro contemporáneo mexicano por su intensidad y por desdeñar las fórmulas comunes, aunque no por ello menos apreciadas, del teatro.
Desde el texto, la dirección a las actuaciones, Timboctou propone al espectador, al nuevo lo mismo que al asistente cotidiano, una estética particular que lleva su propia propuesta, por qué no, también al filo, al fin, del mundo.