Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo
“Stulti semper iustificari”
El gran perdedor de lo que ocurrió, luego de la decisión del CEN de Morena de que sólo pudieran participar en los procesos de renovación de los comités estatales los militantes y no simpatizantes, fue Eric Cotoñeto.
Aunque ahora busquen justificar su derrota, lo cierto es que Cotoñeto quería la dirigencia estatal de Morena en Puebla y era la carta fuerte del gobernador para ocupar esta posición, pero no contaban con que a nivel nacional se terminarían imponiendo los contrarios a la participación de los simpatizantes.
Salir ahora con la justificación de que Cotoñeto no quería ser el dirigente estatal de Morena me suena al típico pretexto del cual echaba uno mano cuando, en los años mozos, querías andar con la niña guapa del colegio y esta no te hacía caso, entonces salías con el típico: “Al cabo que ni quería” o “la verdad, ni me gustaba”.
Lo cierto es que Cotoñeto sí quería y tan es así que comenzó a organizar las famosas asambleas, que desconoció el delegado Mario Bracamonte, quien también busca quedarse con la posición, todo lo demás que se diga son patrañas y justificaciones.
No obstante, aún no se puede descartar que don Eric, como ahora le gusta que le digan, no se pueda convertir en el nuevo dirigente estatal porque como lo expliqué, preparan una serie de impugnaciones contra el dictamen del CEN, mediante las cuales se busca abrir la convocatoria a los simpatizantes.
Nada se puede dar por sentado, pero eso de salir a tratar de justificar que ni querían, hace ver a este personaje en su justa dimensión, como un operador menor, el cual ha tenido la suerte de acompañar políticamente durante una buena parte de su trayectoria al hoy gobernador.
Aun así, reitero, no todo está perdido para don Cotoñeto, a quien le falta mucho, pero mucho para tratar de llenar los “zapatos” que dejó como operador político Eukid Castañón y otros que han hecho ese trabajo en anteriores administraciones.
LLUVIA DE DESAPARECIDOS EN PUEBLA
Mucho trabajo deben tener por delante las autoridades poblanas, pues el estado también comienza a padecer otro fenómeno que no puede pasar por alto: el de las desapariciones.
Desde hace cuatro años el número de personas desaparecidas en Puebla se ha incrementado de manera alarmante, sin que se sepa qué fue de ellas.
La historia para las familias que han vivido este drama casi siempre es el mismo: el familiar salió rumbo a la escuela, al trabajo, a la tienda o a una reunión con amigos y jamás volvieron a ser vistos, un halo de misterio rodea a este tema, pues de cada 100 personas reportadas como desaparecidas, solo una es encontrada.
En Puebla apenas se están dando los primeros pasos en la integración de las asociaciones afectadas por la pérdida de algún familiar o ser querido, lo cual se convierte en una verdadera tragedia para las familias que viven esta situación.
En muchas ocasiones la desaparición de un ser querido supera y por mucho la muerte, en la afectación psicológica de las personas que sufren este tipo de tragedias.
Habrá que ver cómo cerramos en 2019 el tema de los desaparecidos y también observar qué políticas públicas se implementan para ayudar a las familias afectadas.
Puebla comienza a padecer los efectos de la ola de violencia que azota desde hace varios años a la entidad y habrá que ver los efectos que dejan tanto los feminicidios como los desaparecidos.