Las Serpientes
Por: Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo 

Puebla ha vivido una verdadera contingencia ambiental durante días recientes, algo que pocas veces se había visto en la historia de la Angelópolis, que comienza a pagar el precio de las malas políticas de planeación.

Además del tema que tiene que ver con el cambio climático y la ola de calor que consume al país, la contaminación del cielo y el agua comienza a pasar factura a los habitantes de la cuarta ciudad más importante del país, ante la indiferencia de la sociedad, que más tarde lamentará las consecuencias.

El tema ecológico nunca ha sido importante; se trató de una moda pasajera, tan pasajera que oportunistas aprovecharon la situación para dizque crear, como en Europa, los llamados partidos verdes, que de verde no tiene nada porque ni siquiera se preocupan por el tema.

La realidad nos alcanzó y nadie hace nada, ni siquiera es tema de los actuales candidatos que andan en campaña buscando –como siempre– cada seis años reinventar a Puebla, pero sin mirar que hay temas urgentes que atender; uno de ellos el medio ambiente.

Miedo da tocar el tema porque da para que de inmediato salga la mente “brillante” que proponga la puesta en marcha del programa Hoy no circula, con todas las consecuencias que ello implica porque está comprobado que esta política no ha servido absolutamente de nada.

Cuando en el entonces Distrito Federal se puso en marcha esta medida resultó que se duplicó y hasta se triplicó la venta de automóviles; las familias con posibilidades económicas no renunciaron al uso del vehículo y optaron por comprar otro para trasladarse, por lo que no sirvió de nada.

La política pública del programa de verificación vehicular, una y otra vez también ha demostrado su ineficiencia porque es una medida recaudatoria y no ambientalista, la cual se presta a la corrupción.

Es el momento en el que las universidades y las tan golpeadas organizaciones de la sociedad civil se activen para comenzar a trabajar en medidas que ayuden a paliar los efectos de la contaminación de aire y tierra antes de que lleguemos a niveles en los cuales no haya nada por hacer.

Las autoridades municipales, principales interesadas en el tema, no dicen nada, absolutamente nada; ellas son las principales culpables de la deforestación al entregar a diestra y siniestra, y sin respetar los planes de desarrollo urbano, permisos para construir en las últimas reservas forestales con las que cuenta la ciudad.

El Atoyac es una verdadera cloaca, lo mismo que Valsequillo, foco de infección, y muchas otras cosas más; ello ante la indiferencia de las autoridades que sexenio tras sexenio prometen de cajón el saneamiento de ambos cuerpos de agua, lo que nunca ocurre.

No nos quejemos de lo que nosotros mismos hemos provocado: el aire casi irrespirable que hoy se suma a la serie de calamidades que azotan a Puebla, son culpa de todos, hemos fallado como sociedad.

Hasta ahora ninguno de los candidatos a la gubernatura ha abordado este tema, una de las prioridades dentro de la agenda pública de los poblanos.

Nadie ha abordado de manera seria esta problemática que, si bien es cierto, queda detrás de temas como la inseguridad y el empleo, tampoco es un asunto menor.

Desde hace aproximadamente 30 años se ha insistido en la necesidad de una política pública encaminada a encontrar nuevas fuentes de abastecimiento de agua potable para Puebla, tras el agotamiento de sus acuíferos, pero todas las autoridades han preferido cerrar los ojos y transferir el problema a los que vienen, sabedores que decisiones de este tipo traen consigo un alto, altísimo costo político.

La falta de planeación nos cobró la factura y aún falta mucho por ver; el gran reto de los gobiernos por venir tiene que ver con aplicar políticas públicas encaminadas al cuidado y la preservación del medio ambiente.

No hay visión de gobierno, todo se resuelve a corto plazo, y es que siempre será más importante la política y ganar elecciones antes que cualquier otra cosa.