Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo
La campaña entra en su primer mes y las cosas siguen igual, Luis Miguel Barbosa se mantiene en la punta mientras que sus competidores pelean sólo por ver quién se queda en el segundo lugar, con pocas posibilidades de cerrar la contienda.
En este escenario, entramos al último mes de campaña, mayo, y el día 19 habrá de llevarse a cabo el debate entre los candidatos a la gubernatura.
Si bien es cierto que los debates aún no alcanzan a nivel local la trascendencia que han tenido los nacionales, poco a poco comenzaban a ganar la atención de la gente en Puebla.
Cómo olvidar el debate de 2010 entre Javier López Zavala y Rafael Moreno Valle, entonces aspirantes a Casa Puebla, el cual marcó de manera definitiva el rumbo de aquel proceso.
Otro encuentro por demás interesante y para muchos el mejor que se ha vivido hasta el momento se dio en 2012 en la lucha por el Senado de la República, en el marco de la campaña presidencial en la que acabó imponiéndose Enrique Peña Nieto.
En ese entonces se encontraron Blanca Alcalá por el PRI, Javier Lozano por el PAN, Manuel Bartlett por la alianza encabezada por el PRD, y Víctor Hugo Islas por Nueva Alianza.
El intercambio de ideas, sobre todo entre Bartlett y Lozano fue de lo mejor que se ha visto, Blanca Alcalá no desmereció y quien francamente estuvo fuera de lugar fue Islas.
El de 2016, entre Tony Gali (PAN), Ana Teresa Aranda (independiente), la propia Blanca Alcalá (PRI) y el candidato de Morena, Abraham Quiroz, fue uno de los más desangelados, aunque –hay que decirlo– satisfizo el morbo de la clase política local y el círculo rojo.
El encuentro de 2018 entre la desaparecida Martha Erika Alonso (PAN), Miguel Barbosa (Morena), Michel Chaín (Partido Verde) y Enrique Doger (PRI) despertó cierto morbo, pero no fue fundamental para definir el rumbo de la elección, la cual estaba determinada por la variable de la lucha por la Presidencia de la República.
En este año, el nuevo encuentro entre Barbosa, Cárdenas y Jiménez Merino despertaba cierto interés porque se podría interpretar como la última oportunidad para el ex rector de la Udlap de enfrentar y acorralar al candidato de Morena.
Pero el día y la hora elegida por el Instituto Nacional Electoral (INE) parece haber sido elegida para que nadie se entere, mucho menos para despertar interés entre la gente.
El domingo 19 de mayo a las 19 horas es un horario terrible, quizá el peor que se haya podido elegir para celebrar un debate, ¿quién en su sano juicio quiere ver un debate ese día y a esa hora? Vamos, el círculo rojo, sólo porque tiene que hacer su trabajo.
Es muy difícil que un debate pueda cambiar las tendencias, sobre todo porque este tipo de encuentros se ganan en el posdebate, es decir, gracias a los comentarios del círculo rojo (comentocracia) y no realmente en la exposición de las ideas, pero el INE se empeñó en que no hubiera ningún problema y eligió el peor día y la peor hora.
La campaña está tan abierta que no se puede sospechar sobre la imparcialidad del INE en el proceso, pero –como dijera el filósofo de Juárez– qué necesidad hay de despertar sospechas sobre el actuar del órgano electoral.
Los temas elegidos para debatir por parte de los candidatos también parecen ser somníferos y no tocan los puntos medulares que tanto preocupan a los poblanos: inseguridad y generación de empleo.
Se trata de un debate descafeinado y con la mínima intención de que sea visto por los poblanos, quienes hemos vivido una de las campañas más insípidas de toda la historia.
Tal vez mucho de eso se deba al tremendo desgaste entre la sociedad, asqueada de tanta politiquería y más apremiada por los graves problemas de inseguridad y desempleo que se han manifestado en Puebla como pocas veces se había visto.
Lo único positivo es que la campaña entra en su mes final y que pronto los poblanos tendremos que ir a las urnas; urge que cuanto antes el nuevo gobernador entre en funciones, antes de que la descomposición que enfrenta Puebla alcance niveles de ingobernabilidad.