Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo
Bien vale la pena analizar lo que ocurre con el gobierno federal ante acontecimientos como la masacre ocurrida en Minatitlán y también la devolución de todos los bienes a la maestra Elba Esther Gordillo, hecho que despertó la molestia ciudadana.
Las redes sociales, como en varias ocasiones lo hemos señalado no son la vida real y son la nueva forma de manipulación de masas, ardieron el fin de semana ante estos dos hechos, por lo cual es válido reflexionar sobre si se acabó o no el bono democrático del cual gozaba el Presidente de la República.
De entrada, hay que señalar que la popularidad del Presidente ante su base, su voto duro, se mantiene intacta, inamovible, fuerte y cada vez más robustecida.
Ello pudiera parecer un contrasentido, pero no es así, ya que donde ha perdido puntos es en el núcleo de ciudadanos que creyó que López Obrador significaba un cambio de régimen y de hacer las cosas.
Un punto muy importante para perder la paciencia es el tema de la inseguridad, que ha ganado la batalla durante los primeros tres meses del año, aunque al Ejecutivo federal no le guste eso y se niegue a aceptar la realidad.
Cierto, al mandatario le dejaron hecho pedazos el país, pero también su administración, la cual arrancó hace casi cinco meses, levantó grandes expectativas y hasta el momento no hay resultado alguno que avale todo lo dicho y prometido durante campaña.
El peso de las promesas realizadas, sumado al grave problema de la inseguridad, más el esquema de polarización puesto en marcha por el mandatario, han colocado al país en una situación muy difícil, la cual se complica por el panorama económico adverso que enfrenta la economía mundial.
Este peligroso coctel hace que si bien la popularidad del Presidente aún sea alta su bono democrático comience a desgastarse porque se observa la desesperación de una buena parte de la población que esperaba más, mucho más de quien esperó 12 años para hacerse del poder.
La polarización de la población se puede observar en las redes sociales, donde la lucha entre simpatizantes del Presidente y sus opositores es el pan de todos los días y bajo cualquier pretexto se da el intercambio de descalificaciones, lo cual divide aún más al país.
Después de la inseguridad, la economía es el mayor foco rojo en estos primeros meses de administración, y es que hasta la fecha no hay ningún programa del gobierno federal u obra que se pueda señalar como el arranque de esta administración.
La cancelación de las obras del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco, a final de cuentas tuvo un costo importante para la economía del país, pues generó un alto nivel de desconfianza entre los grandes capitales que no se ha podido quitar.
Habrá que ver cómo evolucionan las cosas, mientras las expectativas de crecimiento han ido a la baja, aunque el Presidente de la República se empeñe en desmentir a su secretario de Hacienda, quien seguramente debe tronar los dedos todos los días, sabedor de que en las conferencias de prensa mañaneras habrá nuevas ocurrencias.
Ojalá en los próximos meses López Obrador dé un viraje en su forma de gobernar y convoque a la unidad de todos los mexicanos, por el bien del país.
La entrada en vigor de la Guardia Nacional, aunque representa la tan temida militarización del país es una luz de esperanza para la inseguridad y mejore en los próximos meses, ese es el anhelo de la mayor parte de la población.
Aun es joven el sexenio y ojalá haya un viraje a lo que hasta ahora no hemos visto; de verdad se necesita estar loco para querer que le vaya mal al Presidente, a sabiendas de que si al Ejecutivo le va mal nos va mal a todos.