Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río

El precio de la gasolina en México está casi al doble que en Estados Unidos.

El aumento sostenido de los combustibles lo ha reconocido incluso el presidente Andrés Manuel López Obrador.

“El precio base ha aumentado en la (gasolina) Magna y disminuido en la Premium”, admitió el 26 de febrero, al comentar fotografías que circularon por las redes sociales que mostraban letreros en distintas estaciones de servicio del país en los que la llamada gasolina roja se ofrecía más barata que la verde, cuando históricamente ha sido al revés.

“De todos modos, yo tengo un compromiso que voy a cumplir”, agregó. “No van a aumentar gasolinas, gas ni luz, en términos reales”.

Bajar el precio de los combustibles fue una de las promesas de campaña del político tabasqueño. Incluso la reiteró después de ganar las elecciones.

“En tres años no va a haber gasolinazos y no van a aumentar, más allá de la inflación, gas, diesel y energía eléctrica”, afirmó ante integrantes de la Concamin, el 10 de julio. “Después de los tres años, que ya tengamos producción de gasolinas en México, van a bajar precios e insumos”.

La mitad del sexenio está lejos aún. Sin embargo, López Obrador ha dado muestras de que el aumento en el precio de los combustibles no le gusta.

Hace una semana, el 28 de febrero, el Ejecutivo llegó a decir que es probable que el incremento a gasolinas y al suministro de electricidad se deba a intentos de desestabilizar los mercados desde dentro del mismo gobierno.

“Ya di instrucciones para que se revisen, porque no quiero que al interior del gobierno los que tienen que ver con esto nos estén jugando chueco para provocar inconformidad con la gente”.

¿Quién entre sus funcionarios podría estar “jugando chueco” al Presidente?

En días recientes, se ha filtrado que existe tensión entre el equipo hacendario y otros miembros del gobierno federal. Estos últimos quisieran que el precio de los combustibles bajara mediante la reducción del IEPS que se cobra por ellos (4.81 pesos por litro de Magna; 4.06 por uno de Premium y 5.28 por uno de diesel), mientras que los primeros insisten en que la recaudación por ese impuesto es necesaria para el cumplimiento de las metas fiscales.

La Secretaría de Hacienda tiene la facultad de no cobrar el máximo autorizado por el Congreso. Durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto sólo se llegó al tope –que en 2018 fue de 4.59 pesos por litro de Magna– en las últimas tres semanas del periodo de gobierno.

Durante la campaña electoral, el IEPS llegó a bajar, con variaciones semanales, hasta niveles de 1.80 pesos por litro. Desde que entró en vigor la tasa fijada para 2019, no ha bajado un centavo. La recaudación proyectada por este concepto alcanza los 269.3 mil millones de pesos, lo que significa un aumento de 41.1% respecto del año pasado, cuando, como digo arriba, no se cobró el máximo autorizado durante la mayoría de las semanas.

¿Qué opciones tiene López Obrador?

1) Aguantar en silencio la crítica a los aumentos al precio de los combustibles, que tienen que ver, en parte, con el incremento en los costos internacionales de los insumos.

2) Reconocer que la promesa de bajar los precios de las gasolinas será muy difícil de cumplir, pues depende de muchas variables que no están en manos del gobierno.

3) Admitir que parte del problema tiene que ver con la escasez que propició la menor importación de gasolinas en diciembre y enero, misma que ya ha sido reconocida.

4) Convencer al secretario Carlos Urzúa de que permita que baje el IEPS o desbaratar la conspiración que supuestamente hay al interior del gobierno para hacerlo ver mal.

5) Esperar que la estrategia de construir una refinería y reconfigurar las existentes dé frutos para mediados del sexenio y, para entonces, ofrecer precios más bajos, como prometió.

6) Sacar a Pemex de la tarea de importar y producir petrolíferos refinados y dejar que se concentre en las labores rentables de la industria (exploración y producción).

Parte de la razón por la que la gasolina en México está casi al doble del precio promedio en Estados Unidos (que ayer estaba en 2.43 dólares por galón, o 12.53 pesos por litro) es la ineficiencia de Pemex para importar combustible.

Hay que recordar que México importa 80% de sus gasolinas y que, de ese monto, Pemex se encarga de traer el 97%. En este espacio he calculado –con base en la comparación entre el precio al que la empresa compra el producto a pie de barco en Houston y al que (aproximadamente) lo vende a las estaciones de servicio en México– hay un sobreprecio de dos pesos por litro atribuible sólo a esas ineficiencias. La cifra se sabrá con exactitud cuando Pemex se atreva a publicar con detalle todos los datos de cómo se compone el precio de un litro de gasolina.