Un alud de 856 mil 738 votos, casi dos a uno, fue la diferencia que separó a Eduardo Rivera de Alejandro Armenta, quien el mediodía del domingo recibió la constancia de mayoría como gobernador electo de Puebla para el periodo 2024-2030.

Al finalizar los cómputos finales de los comicios locales, los números finales de la votación resultaron aún más escandalosos. 

Y es que, el exabanderado de Morena se convirtió en el candidato más votado en la historia de Puebla al registrar un millón 908 mil 954 votos, doblando casi la cifra alcanzada por su rival del PAN, un millón 52 mil 216.

La diferencia entre Armenta y Rivera Pérez fue abismal.

En las elecciones recién concluidas, Morena aniquiló al bloque opositor, conformado por el PAN, PRI, PRD y PSI, en la entidad poblana.

Gracias al empuje de Armenta, quien supo combinar y aprovechar a la perfección los atributos de Claudia Sheinbaum para hacer una dupla avasalladora, la alianza entre Morena, PVEM y PT ganaron el carro completo en la entidad: la gubernatura, las 26 diputaciones locales, las 16 federales, las dos senadurías por el principio de mayoría relativa, el gobierno municipal de la capital y, con la excepción de San Andrés Cholula, las principales cabeceras y municipios del estado.

Desde la elección intermedia del 2008, cuando el PRI arrasó con todos los cargos de elección popular, no se veía una diferencia tan profunda entre uno y otro bando.

Además de estos números, el armentismo también redujo a solo dos partidos a la oposición en Puebla, pues PRD y PSI están encaminados a perder sus registros como partidos políticos locales.

En el Congreso local, el PAN se perfila para tener solo cuatro o tres diputados plurinominales, mientras que el PRI apenas contará con un solo legislador por el principio de representación proporcional, lo que lo convertiría apenas en una representación legislativa y no en un grupo parlamentario.

Vergonzoso.

Es decir, el mejor escenario para la alianza Mejor Rumbo para Puebla –si es que se mantiene unida después del 15 de septiembre– en la LXII Legislatura será conformar una fracción conjunta de cinco diputados que nada podrán hacer en el pleno o en la tribuna del Congreso poblano para oponerse, criticar o contrastar al gobierno de Alejandro Armenta.

El poder absoluto de Morena en Puebla es inminente.

En la Cámara de Diputados no existirá una voz crítica (habrá que esperar qué ruta escogen Liliana Ortiz, Genoveva Huerta y Nadia Navarro, las tres panistas que amarraron una curul pluri) que lleve a la tribuna de San Lázaro reproches o señalamientos en contra de las gestiones, estatal y municipales, de Morena en la entidad.

Lo mismo sucederá en el Senado de la República, en donde el único legislador de oposición en el estado que alcanzó un escaño, el indígena fake Néstor Camarillo, ya tiene listas sus maletas, al decir de diferentes versiones periodísticas, para sumarse a la bancada de Morena o del Verde Ecologista en la cámara baja.

El oscuro panorama en cuanto a la vida partidista del PAN y el PRI es igual de desalentador.

¿Quién alzará la mano en Acción Nacional para recoger las ruinas del partido azul tras la devastación que dejó a su paso la “Marea Guinda”, de Sheinbuam y Armenta?

Se dice que Eduardo Rivera buscará la dirigencia estatal, pero que también están apuntados Edmundo Tlatehui y Mario Riestra, pero ninguno de esta terna asegura que el PAN pueda sobreponerse a la crisis tan aguda que hoy vive el partido de derecha en Puebla.

En cuanto al futuro del Revolucionario Institucional casi no hay nada que apuntar más que su inminente extinción, al cual comenzó en el primer domingo de junio del 2010, cuando el fallecido Rafael Moreno Valle los desterró del gobierno del estado.

Desde hace 14 años, el otrora “partidazo” ha ido reduciendo de manera drástica su votación y ya ningún político de peso milita en él. En el estado, el tricolor está condenado a seguir la misma suerte del PRD y dudo mucho que alguien se apunta a tomar las riendas del Comité Estatal luego de que Néstor Camarillo lo llevó al despeñadero.

En la sociedad civil tampoco existe un perfil ciudadano que esté proyectado para ser una oposición al gobierno de Alejandro Armenta. Las cámaras empresariales como el CCE, el Club de Empresarios o la Coparmex serán más comparsas, como todos los sexenios –con excepción de los tres años en los que Miguel Barbosa estuvo al frente del Ejecutivo local– que una figura crítica o incómoda al mandatario estatal y a su administración.

La oposición en Puebla, al menos estos primeros tres años, estará desdibujada en Puebla y será inexistente.

Mucho tendrán que trabajar, replantearse y valorar antes que plantarle cara al próximo gobierno del estado.

El PAN y el PRI deben de hacer una restructura profunda y de gran calado.

Su voz, si es que llega a tener, será muda y sus críticas serán ociosas.

Para ser oposición se necesitan ganar votos en las urnas.

La diferencia entre unos y otros fue abismal.

Un abismo de 856 mil 738 votos.

Nada más que decir.

Por: Gerardo Ruiz/@GerardoRuizInc

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