A poco nunca se han hecho esta pregunta. ¿No?
Qué tal que hemos sido engañados desde hace más de 20 años, por la mayoría de las empresas que se dedican a hacer los estudios. Qué tal que, en una de esas, quien dice que va hasta arriba no lo está, qué tal que, quien dicen que no crece, sí crece.
¿Qué tal que simplemente no hubo estudio y sólo se hizo en un Excel y con un power point, con hoja membretada y ya?
Como lamentablemente desconocemos los métodos y no estuvimos en el momento de hacer los estudios, nunca sabremos la veracidad. Es como ir al taller mecánico, la mayoría desconocemos qué le falla en nuestro coche y una vez que nos lo entregan nunca supimos qué le hicieron, confiamos que ya lo arreglaron y en una de esas ni le cambiaron el aceite.
Supongamos que el licenciado Fojaco quiere ser candidato a gobernador. Llama telefónicamente a una empresa que se dedica a hacer los estudios. Pide la cotización. No son ni cinco ni 10 mil pesos, hablamos de arriba de 100 mil o 200 mil y en ocasiones hasta uno o dos millones de pesos.
La encuestadora dirá: “Cómo no, licenciado Fojaco y ¿a quién quiere que midamos?” Si el licenciado Fojaco abrió la chequera seguramente pedirá que se hagan careos con los otros licenciados.
El encuestador mandará los resultados a nuestro licenciado.
—¿Y no se podrá que le suba más, licenciado, en eso del conocimiento?, —preguntará Fojaco.
—Sí, Fojaco pero pues los márgenes de error, usted sabe, son de más menos 5 %.
—¿Y si le sube al costo de la encuesta un 10% y se lo doy en efectivo?
—¿Y no se podrá un 20%?
—¡Já! Ya nos vamos entendiendo, con dinero baila el encuestador.
—Ah cómo será usted bromista, licenciado Fojaco.
—Le encargo que le baje los negativos y le suba los positivos ¿no?
—Nada más que no mucho, mi lic., porque si no pierdo credibilidad.
—Jajajaja, credibilidad. ¿Eso con qué se come? Mire, mi encuestador, no se apure, ya contraté otras diez empresas que van a decir lo mismo. Ahorita va el licenciado Manubrio va dejarle su encargo, ¿eh? Sólo le pido que el resultado salga cuanto antes porque tengo que mandarle las encuestas a los periodistas para que las publiquen sino de qué me sirven.
—En una hora ya la tiene.
—¿Tan rápido?
—Y con fecha de la semana pasada para que sea creíble. ¿Necesita factura?
—Nomás que le mando una razón social de una tornillería, por aquello de los impuestos.
Evidentemente, esos resultados se darán a conocer en redes sociales, en conferencias de prensa, en portales, diarios y hasta “blogs”. Se repetirá una y otra vez la misma fórmula para generar la percepción de que el licenciado Fojaco es quien encabeza las preferencias electorales. Algunos periodistas sacarán la matraca y la encuesta para gritar que ya es el electo el licenciado Fojaco.
Lo grave es que muchas encuestadoras fallan. Mienten. Suponen. Lo que hace la mayoría de los políticos todo el tiempo. Pocas empresas de estudios demoscópicos son las que verdaderamente actúan de manera responsable. Sí las hay y curiosamente son las que dan a conocer resultados distintos a los que manejan otras.
¿Cómo detectarlas?
No hay que creer en ninguna, será el primer mandamiento, porque mientras no haya candidato o candidata, la mayoría de lo que se diga es propaganda.