(Primera de dos partes)
Una de las principales características de la administración de Miguel Barbosa es que terminó peleado con la mayoría de sus secretarios de despacho. Algunos de ellos fueron perseguidos políticos y en otros casos hasta presos, como Guillermo Aréchiga Santamaría, quien se desempeñó como titular de la Secretaría de Movilidad y Transporte.
Durante su administración (del 2019 al 2022), se registró un fenómeno que se repitió de manera constante: los que en algún momento eran cercanos y hasta confidentes, de la noche a la mañana se convirtieron en sus hostiles.
El primer caso evidente fue el de Heliodoro Luna Vite, quien fue su asesor económico en el Senado, lo nombró secretario de Infraestructura y al final lo corrió.
Cerrándole la puerta. Lo mismo pasó con Fernando Manzanilla Prieto, a quien lo nombró secretario de Gobernación al inicio de su administración, y al final se convirtió en un personaje perseguido por el mandatario.
Esa misma suerte vivió David Méndez Márquez, quien era apadrinado por el grupo de los Bejaranos (Manuel Bejarano y Dolores Padierna), su salida fue fulminante de la administración estatal.
Un caso más de cómo pasaban de aliados a adversarios fue el del consejero Jurídico, Ricardo Velázquez, y el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Héctor Sánchez, quien incluso dejó el Poder Judicial.