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La República Autónoma de Karakalpakstán, ubicada en el corazón de Asia Central, es una región autónoma dentro de Uzbekistán. Representa aproximadamente un tercio del territorio uzbeko y, aunque su población no rebasa los dos millones de habitantes, es una zona estratégica debido a la presencia de recursos naturales. Karakalpakstán se distingue por su autonomía y cuenta con su propia constitución, bandera, escudo, himno nacional, así como instituciones y una administración territorial independientes.
De acuerdo con la Constitución de Uzbekistán, los ciudadanos de Karakalpakstán son considerados ciudadanos uzbekos, a pesar de que la etnia karakalpakia tiene mayor semejanza cultural a los kazajos. Además del uzbeko, hablan el idioma karalpako, una lengua túrquica.
Entre 1932 y 1936 Karakalpakstán tuvo su propia república soviética, pero con la desintegración de la Unión Soviética se incorporó a Uzbekistán con la condición de conservar su autonomía. Desde entonces, la constitución uzbeka reconoce que Karakalpakstán es una república autónoma dentro del país, cuya soberanía debe ser protegida y que tiene derecho a la secesión mediante la celebración de un referéndum nacional. Según el acuerdo de reunificación firmado por ambas partes en 1993, después de 20 años las partes prorrogarían el acuerdo o se celebraría un referéndum de secesión. El tratado expiró y el referéndum nunca se celebró.
El sentimiento independentista no afloró debido, en gran parte, a la represión del gobierno central. Los activistas que levantaron la voz acerca de la expiración del tratado de reunificación fueron víctimas de persecución. Como en cualquier parte del mundo, la autonomía es una amenaza para la integridad territorial. Por ende, el presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev, pretendió eliminar el estatus autónomo, así como suprimir la posibilidad de ejercer un referéndum para decidir sobre la secesión en 2022. Ante el temor de una posible revocación de su soberanía y el derecho a la secesión, el pueblo karakalpako llevó a cabo una serie de protestas en contra del gobierno central. Se estima que al menos 21 personas murieron y más de 200 resultaron heridas después de que el gobierno uzbeko reprimiera los disturbios de manera violenta.
Ante la ola de violencia derivada por las protestas y la posibilidad de un enfrentamiento étnico, el presidente anuló las enmiendas que pretendían terminar con la soberanía de Karakalpakstán. Sin embargo, la persecución en contra de la minoría karakalpaka persiste y cientos de personas continúan detenidas con una alta posibilidad de ser procesadas y torturadas por motivos políticos. Uzbekistán goza de un alto nivel de impunidad debido a la represión mediática y el limitado número de investigaciones. Organismos internacionales denunciaron las constantes violaciones de derechos humanos en esta región, especialmente la detención arbitraria, tortura y la represión a la libertad de expresión y reunión.
La represión por motivos independentistas no es la única política en contra de la etnia karakalpaka. A lo largo de la historia, los karakalpakos se han enfrentado a diversas políticas discriminatorias, una de ellas siendo la política para esterilizar a las mujeres de Karakalpakstán sin su consentimiento con el fin de disminuir la población de esta etnia. Hoy en día, República Autónoma de Karakalpakstán depende económicamente del gobierno central y es cuestionable su capacidad de mantenerse por si misma en caso de una secesión. Sin embargo, las violaciones de derechos humanos y la deficiente planificación fronteriza post soviética amenazan con desencadenar un enfrentamiento étnico y expandir los sentimientos secesionistas en una región marcada por la inestabilidad.
Por Alessia Ramponi / @aleramponi