Han pasado más de 48 horas desde que el amigo de Antonio Gali, Ignacio Mier, elogió a su mentor en Finanzas, el personaje más acabado del régimen morenovallista, pero a los duros de Morena como Iván Herrera, Carlos Evangelista, María Yolanda Gámez y Eliana Angélica Cervantes parece habérseles ido el internet, quedaron mudos o prefieren conservar el breve coto que poseen.
Celosos guardianes de la moral y los valores de la cuarta transformación, como lo han presumido en forma reiterada, decidieron mirar a otro lugar en lugar de señalar lo obvio: que existe un resquicio a través del cual se les va a colar una expresión política diametralmente opuesta a lo que enarbola el movimiento que los colocó en donde están.
Y es que a confesión de parte, relevo de pruebas. El diputado Ignacio Mier Velazco dejó tendida la alfombra a ese régimen cleptocrático, ávido de dinero y poder que significó el morenovallismo.
El guardián que el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene en la cancha legislativa resultó bastante blando frente esa expresión que salió del PRI para incorporarse al PAN y luego intentar el salto a Morena, como el exgobernador Antonio Gali, que fue hechura de su padrino, Rafael Moreno Valle, a quien no pocos panistas desinformados vieron como el “salvador” capaz de contener la fuerza del tabasqueño que despacha en Palacio Nacional.
No debería ser una sorpresa que Mier Velazco haya dejado abierta la puerta a ese conjunto de personajes que notoriamente pervirtieron el ejercicio de la política.
Uno de los activos de ese grupo, casi extinguido, Fernando Manzanilla Prieto, es ya un cuadro distinguido de Mier y otros se han sumado, según se puede observar en las últimas horas.
Y desde luego exhibe desconocimiento de un pasaje poco documentado: el enojo justificado de López Obrador cuando se vio al lado de Gali Fayad y su esposa, Dinorah López de Gali, en la ceremonia de matrimonio por el Civil entre Dulce Silva y César Yáñez, en la Iglesia de Santo Domingo, en el Centro Histórico de Puebla, en 2018.
Eso lo sabe de cierto el subsecretario de Desarrollo Político de la Secretaría de Gobernación, que antes de esa responsabilidad fue enviado a la congeladora burocrática del gobierno federal.
Algo extraño sucede en el entorno del aspirante a la candidatura de Morena que dejó en claro que “yo no niego a mis amigos”, como para hacer ese elogio público sin pudor alguno, cosa que no sucedió con Arturo Rueda Sánchez de la Vega, interno en un penal de Puebla por acusaciones diversas; o con Enrique Doger Guerrero, el excandidato al gobierno por el PRI en 2018.
Mier Velazco está lejos de ser un improvisado en la actividad política y debe saber el peso de cada una de las palabras que son escogidas para momentos clave. El domingo, al estreno de sus conferencias de prensa, decidió mostrar la existencia de amistades a prueba de todo: tiempo, militancia y proyecto.
Pero también debe saber que hay adversarios que dignifican y amistades que se padecen. Al final, cada quien tiene lo suyo.