La muerte de un menor en el carnaval de Huejotzingo, en el último día de esa festividad, no hace sino poner, en su justa dimensión, el nivel de obsolescencia que las autoridades locales muestran ante eventos que convocan a concentraciones como la de esa ciudad, gobernada por Angélica Alvarado.
No es la única, porque en esa misma lógica se encuentran una cantidad difícil de precisar de autoridades edilicias a quienes el saco les viene grande, por omisión o complicidad, pero es la imagen fiel del estado de descomposición que suele traer como consecuencia violencia, muerte y dolor.
Ahí están los casos de San Martín Texmelucan, con Norma Layón; San Pedro Cholula, con Paola Angón; en Tecamachalco, con Ignacio Mier Bañuelos; o Zapotitlán de Méndez, con Emiliano Vázquez; la inoperancia o complicidad no admite diferencia de colores o militancia partidista porque ocurre en gobiernos de Morena, PAN y PRI.
No se puede olvidar que fue en el contexto de esa tradicional convivencia en Huejotzingo que bajo el mandato de esta exmilitante del Partido Acción Nacional, pero en 2020, que fueron asesinados cuatro jóvenes –tres estudiantes universitarios y un chofer de la plataforma Uber- Jimena N, de 25 años de edad; José Antonio N, de 22 años; ambos de origen colombiano, y Francisco Javier N, de 22 años, originario de Veracruz; y José Manuel N, de 28 años.
Ese evento sangriento propició al gobierno en turno la primera crisis política que terminó con una enorme manifestación estudiantil que partió de la Universidad Popular Autónoma de Puebla, la cual logró ser contenida luego de haber recibido en Casa Aguayo a un grupo de jóvenes legítimamente indignados y por una razón mayúscula: el estallido de la pandemia.
La presidente municipal, junto con autoridades de otros municipios, habían participado de las mesas de trabajo en la Secretaría de Gobernación para evitar escenarios como el que la tarde-noche de martes se produjo, con grupos enfrentándose a golpes y el uso de armas de fuego que produjo la muerte de un niño de 16 años de edad.
Resultaba improbable que Alvarado cumpliera con acuerdos y protocolos previstos con autoridades de Casa Aguayo, pues ella misma ha formado parte de la confrontación violenta y rencillas de toda índole cada año, ya que vecinos de la cabecera municipal identificaron plenamente la carpa que a través de interpósita persona opera la presiente municipal, en la que la venta de alcohol es la constante.
La familia de apellido Cadena, del Cuarto Barrio, en Huejotzingo, llora la ausencia del niño de 16 años de edad que la tarde de martes participaba con un grupo de adultos ebrios, llora su duelo por estas horas, mientras que la edil que Morena, y sus aliados que decidió reclutar, está presa del silencio.
Un mal síntoma de la designación o dedazo de Angélica Alvarado como candidata en el primer trienio –corre en estos momentos el segundo después de haber maniobrado su propia reelección- ocurrió justo cuando transcurría uno de los carnavales en los que la aún panista departía festiva, como los huejotzingas que se unen a la fiesta de la carne, con todos los excesos.
@FerMaldonadoMX