La campaña para las legislativas israelíes del 1 de noviembre se encuentra en pleno desarrollo con el dilema del posible regreso del ex primer ministro Benjamin Netanyahu, quien fue juzgado por corrupción.
Los últimos sondeos otorgan el primer lugar al Likud (derecha) de Netanyahu con 31 de las 120 bancas de la Knéset (Parlamento), contra 24 para Yesh Atid (“Hay un futuro”) del primer ministro de centro Yair Lapid, y 14 para la lista Sionismo Religioso (extrema derecha) de Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, algo inédito.
Detrás se ubican una decena de partidos.
Desde el inicio mismo de la campaña, Netanyahu afirmó que quería reunir las 61 bancas (umbral de la mayoría) para formar un “gobierno de derecha” que agrupe los votos de las formaciones ultraortodoxas y de la extrema derecha.
Con esos partidos, el Likud estaría al límite de alcanzar la mayoría, según los sondeos.
Para Netanyahu, la coalición heterogénea de Lapid es “una experiencia peligrosa y catastrófica”. “Es hora de decirle ‘jalas’ (“ya basta”, en árabe). (…) Es suficiente, ¡jalas!”, lanzó “Bibi” el domingo por la noche un mitín electoral.
En junio de 2021, y tras intensas negociaciones, se formó una coalición única en la historia de Israel que reunió a una parte de la derecha, el centro, la izquierda y por primera vez un partido árabe, y que dio lugar a un gobierno destinado a poner fin a una década y media de reinado de Netanyahu, que acaba de cumplir 73 años.
En aquel momento, el jefe de gobierno que más duró en el cargo en la historia de Israel se encontraba cercado por la justicia a raíz de presuntos actos de corrupción y malversación de fondos.
Su futuro político parecía comprometido, pero “Bibi“, tal como se lo apoda, se aferró a su cargo de jefe de la oposición.
Así se llegó a junio de 2022, momentos en que la coalición tironeada por tensiones internas perdió su mayoría en el Parlamento, lo que empujó a anunciar nuevas elecciones, las quintas en tres años y medio en Israel, un país muy dividido políticamente y sin gobierno estable desde hace un tiempo.
Tras las vacaciones del verano boreal, y las tres semanas de fiestas judías anuales durante las cuales el país se detiene, la campaña para las legislativas del 1 de noviembre comienza a activarse con partidos que intentan sacudir a un electorado hasta el momento apático ante estos nuevos comicios en los que la extrema derecha podría crecer en un contexto de violencia en Israel y los Territorios Palestinos.