En grupos de amigos, familia o parejas, los numerosos asistentes del Gran Premio de México empezaron a descender de las unidades del metro, metrobús y trolebús, habilitados especialmente y de manera gratuita para esa ocasión, desde horas antes del inicio de las primeras pruebas, a mediodía.
Azotados por los fuertes rayos del sol, los fanáticos buscaban una sombra donde poder descansar, comer o esperar a acompañantes retrasados, mientras esperaban el inicio del evento. Pocos, dispersos y de manera discreta, comerciantes y revendedores de boletos abordaban a la gente.
Provenientes de distintos estados a lo largo de la República mexicana, con camisetas y gorras alusivas al Gran Premio de México, los asistentes mostraban su afición, además de apoyo a la estrella tapatía, el corredor ‘Checo’ Pérez. Los más atrevidos ostentaban banderas, sombreros y vestimentas coloridas.
Eduardo Marrufo y su hijo, por ejemplo, decidieron arribar desde Yucatán al lugar, pues tienen la esperanza de ver ganar a Pérez, aunque también esperan ver el talento de los otros corredores. No obstante, su travesía ha sido complicada.
“Es una odisea llegar aquí, está muy complicado. De hecho, desde la venida en avión es muy complicado, porque está saturado y es muy difícil llegar hasta acá, muy difícil conseguir hotel, todo es muy difícil”, compartió el señor, sentado a la entrada de la puerta número 6.
“La verdad es que hay mucha gente que te tima. Yo fui timado por unas personas, me defraudaron, no me dieron los boletos. Entonces estoy aquí en espera de ver una oportunidad de comprar boletos que no sean de reventa, porque los revendedores están abusando también con los precios”, detalló con el cebo molesto y preocupado bajo su gorra de la Fórmula 1.
Caso contrario fue el de Selene, quien se mostraba entusiasmada por ingresar al recinto, pues era su primera vez. La joven viajó en automóvil desde Puebla, acompañada de sus siete amigos. “Fue un tanque de gasolina, pero fuera de eso son dos casetas, son más o menos 200 pesos para venir y otros 200 de regreso. Estuvo bien, pero a la entrada hubo mucho tráfico. En tiempo fueron como 3 horas más o menos de viaje, cuando normalmente es una hora y media o dos horas”, explicó.
Sin embargo, entre risas admitió estar muy emocionada. “No sé qué esperar, todo el mundo dice que está muy padre, que aunque hoy son sólo prácticas, como que sí vale la pena vivir la experiencia una vez en la vida”.
Al pasar los minutos, la gente poco a poco comenzó a entrar al lugar, entre muestras de emoción, afecto y apoyo para el corredor mexicano, con la determinación de pasarla bien y verlo ganar.