Septiembre comenzó con el final del ticket de 9 euros en Alemania, el cual permitía utilizar el transporte público desde junio por esta pequeña cantidad. Durante este periodo se logró ahorrar un poco más de 1.8 millones de toneladas de CO2, lo que sería equivalente a un año de un límite de velocidad de 130 km/h en las autopistas.

Pero el éxito de este experimento, que comenzó como una medida de ahorro ante la crisis económica, llegó a su fin. Sin embargo, esto es también el comienzo de una serie de cambios en el transporte público. Pues la oficina federal de transporte ha anunciado que ya se discute la sucesión para mantener los precios bajos en los trenes, tranvías, autobuses y metros.

Pero antes un poco de contexto. El ticket mensual de transporte cuesta más de 80 euros, y ante la inflación inminente por la guerra en Ucrania, el parlamento decidió que dentro de su plan por ayudar a la ciudadania, el boleto estaría en tan sólo 9 euros por tres meses completos. Esto permitió que no sólo se pudiera viajar dentro de las ciudades ilimitadamente, sino también que se saliera a otros estados durante el verano.

Ahora bien, el plan no sólo ayudó de manera muy significativa al bolsillo de la ciudadania, sino que también se evitó el uso del automóvil, ante el aumento del precio de la gasolina. Esto agradó al partido verde, que ganó terreno en el gobierno y que lucha desde hace años por espacios libres de coches.

¿Qué sustituirá entonces el 9 euro ticket?

El regreso a la realidad ha sido dura, pero no todo está perdido, pues la discusión se ha puesto sobre la mesa y una de las propuestas es bajar el precio normal a 69 euros, aunque el SPD y el Partido Verde proponen reducir los precios entre 49 a 29 euros.

Pero el obstáculo más grande es claramente la financiación y lo que piensa la Asociación de Empresas Alemanas de Transporte (VDV). Y es que en este caso particular, los gobiernos federal y estatal tienen que presionarse mutuamente para asumir la responsabilidad económica, al mismo tiempo que responder a las demandas de los ministros de Transporte.

Los transportistas piden no sólo más infraestructura, más personal y vehículos, sino también un nuevo aumento de 1.650 millones de euros para los años de 2022 y 2023, en referencia a los altos precios de la energía. De lo contrario, no sólo sería imposible reducir el precio del transporte sino que además tendría que aumentarse.

El ejemplo de Luxemburgo

En 2020 Luxemburgo se convirtió en el primer país en tener el transporte público totalmente gratuito. Siendo un ejemplo para el futuro que ahora la mayoría de las ciudades tratan de diseñar por la post pandemia.

La idea no sólo ayudó a reducir los problemas de congestión de tráfico y contaminación, sino que también se disminuyeron las desigualdades económicas, que han crecido exponencialmente en los últimos años.

Y es que dos acciones importantes, que han ayudado a reducir la brecha entre ricos y pobres en Luxemburgo, son subir el sueldo mínimo e implementar transporte público gratuito. Esto es un ejemplo de éxito que Alemania ya discute y que podría comenzar a aplicarse en las ciudades más pobres como Berlín.

 

@dianaegomez