Deporte de alto riesgo
Comprometerse en matrimonio parece ser una actividad de adrenalina pura en estos tiempos de la 4T, según se puede ver por todo lo que ha sucedido en los últimos meses.
Cosa de ver lo sucedido con el exedil de Tehuacán, Felipe N, quien comenzaba su gobierno en ese municipio y terminó enfrentando proceso penal por uso indebido de funciones.
En puerta tenía compromiso de matrimonio y es el día que no puede librarse del encierro que enfrenta.
Luego vino el caso de Arturo N, quien contraería nupcias el sábado 21 de mayo. El director del rotativo de todos conocido y socio de Ignacio Mier Velazco tuvo que suspender el compromiso a horas de la consumación matrimonial… Y terminó enfrentado dos procesos penales.
En la actualidad, el prometido frustrado duerme en una celda de Tepexi de Rodríguez.
Y más recientemente está el caso del exsecretario de Gobernación en el gobierno de Puebla, Javier N, a quien todo mundo recuerda por haber sido candidato al gobierno del estado por el PRI.
Su boda estaba programada para el próximo 24 de junio en Tonantzintla… Y por los últimos sucesos, todo apunta a que no será posible llevar a cabo el enlace.
Podría ser una broma, pero no lo es, porque en cada uno de los últimos tres acontecimientos hay una tragedia muy a la poblana.
¿Será?
¿Paladín?
El diputado del Partido Acción Nacional en el Congreso local, Rafael Micalco Méndez, se echó sobre los hombros la tarea de rediseñar la política de comunicación en el Congreso del estado.
Parece por lo menos extraña la postura de Rafa Micalco de modificar la tarea que ya se realiza desde el Legislativo, pues fue él, justamente, quien siendo perseguido por el régimen del fallecido Rafael Moreno Valle fue cobijado por medios que se condujeron con independencia editorial.
¿Será?
Presas del miedo
Casi no hubo político en activo o retirado que se haya llamado a sorpresa tras conocerse la aprehensión de la que fue objeto el priísta Javier N, este lunes en La Libertad.
Muchos de quienes pidieron confirmar la versión de la captura del hombre más influyente en el sexenio del exgobernador Mario Marín transpiraban temor, más que azoro.
¿Será?