El drama de los feminicidios tiene consecuencias incalculables en nuestra sociedad. Así como existen causas estructurales y multifactoriales, existen efectos en el mismo sentido.

La sociedad en general coincide en el repudio a estos lamentables hechos, pero poco está dispuesta a cambiar su postura misógina y machista con respecto al papel que desempeña el género femenino en el ámbito social.

Uno tras otro, en los casos de mujeres violentadas o asesinadas, las familias, amigos y hasta conocidos, tienen encima que cargar con el peso mediático de la denuncia, con el karma público del señalamiento y con la pesada loza del ojo mordaz de la sociedad.

Tampoco los medios de comunicación hemos alcanzado a evolucionar. Aún se carece de la más básica capacitación sobre sensibilización de género y protocolos de cobertura ante casos tan escabrosos como la de la joven Debanhi Escobar.

En recientes días, lo mas comentado sobre la muerte de la regiomontana, son contenidos sin información objetiva que funcionan como una sentencia a los involucrados. Estos textos revelan hacia donde se busca orientar el foco social y hasta donde son capaces de llegar los medios masivos por someterse al imperio del clic.

Como un claro ejemplo encontramos la cobertura que El Heraldo de México dio a la historia de la vidente que predijo el hallazgo de Debanhi.

Medios de comunicación nacionales de la talla de Excelsior, Milenio y Vanguardia, dieron réplica a esta cobertura basada en “reveladoras teorías” de una charlatana o una desenchufada investigación sobre el caso cuya fuente única era un tiktoker.

Dejando de lado los principios básicos del periodismo sobre los hechos y las ideas descabelladas de los editores de los medios masivos.

La mínima empatía y la calidad humana de quienes nos dedicamos a este oficio estuvo ausente en esos contenidos.

No fueron solo estos periódicos, también queda el precedente de la terrible la entrevista de la periodista de Telediario, María Julia Lafuente a Mario Escobar, padre de la joven, en la que se nota la falta de preparación sobre el caso, en la que se busca poner en duda el honor de la joven por asistir a fiestas y también se cuestionan los lazos afectivos con sus padres.

Además, escudados en este hecho la prensa logra desvirtuar otros casos en los que se omiten los nombres de otras víctimas por tratar de vender todo lo relacionado con Debanhi y su vida adolescente en una sociedad cruel y frívola con este segmento de edad.

Además, los links que circulan en la red cargan de culpas a las desaparecidas, que si estaban ahí y no en su casa, que si son rebeldes o que son víctimas de su modrnidad, mientras los verdaderos responsables siguen esperando entre las sombras al acecho.

El caso, en los medios de comunicación mencionados, está plagado de revictimización de la ahora occisa. Se culpa a los padres, se señala a las amigas y hasta a un supuesto “pretendiente”, quitando de foco el tema central: un sistema que minimiza los feminicidios mientras desaparece a más mujeres a diario.

 

@Olmosarcos_