El proceso de descomposición que ha vivido el municipio de Atlixco en los últimos años llegó a su clímax la noche del martes 8 con la ejecución de 10 personas -siete hombres y tres mujeres- y que de acuerdo con información extraoficial, hace meses rentaban el inmueble hasta donde llegaron su ejecutores.

La historia es confusa aún, pero no tiene pierde. El gobernador Miguel Barbosa atribuyó el homicidio múltiple a pugnas entre bandas rivales, por lo que dieron vista el gobierno federal para que fuera la Comisión Nacional de Secuestros dependiente del gobierno federal.

Se trata de la muerte violenta del mayor número de personas en una sola locación. Para ejecutar un número de esa dimensión debió requerir estrategia, análisis del lugar, rutas de llegada y huida, conocimiento de la vivienda para su ingreso, y ejecución.

Toda una logística atribuible sólo a personas preparadas y capacitadas, no para improvisados ni matones baratos como los que suelen hacer el trabajo sucio a pandillas locales, sin mas recurso que la retórica violenta de la bravuconería.

Pagan caro habitantes de bien de ese lugar de recreo, caracterizado por la hospitalidad de sus vecinos y prestadores de servicios, empresarios, comerciantes y productores de flor entre otros por la indolencia y colusión de sus autoridades locales.

Desde 2015 que fue detenido en esa región a un personaje de nombre Manuel Rodolfo Trillo, acusado haber financiado la construcción del túnel que permitió que Joaquín El Chapo Guzmán se diera a la fuga del penal de alta seguridad del Altiplano, la campiña atlixquense ha visto pasar personajes de toda índole.

Atraídos por el clima, la gastronomía, el sabor de provincia del que por fortuna prevalece, gente de todas partes del país han llegado a encontrar casa o refugio, lo que justo parece haber sucedido la noche de martes en la colonia Francisco I. Madero.

El gobernador Miguel Barbosa planteó a los reporteros hacerse una pregunta en su conferencia de prensa de la mañana de miércoles: ¿Quién mete la droga a Puebla? ¡Cárteles nacionales! ¿Quién la distribuye? ¡Grupos delincuenciales locales!

Ese diagnóstico encaja exacto en lo que se vivió en Atlixco hasta los últimos meses del mandato del panista Guillermo Valázquez, que pretendidamente aspiró a la reelección en 2021.

Fue el edil con quien con mayor fuerza creció el fenómeno del narcomenudeo. Hubo ejecuciones, levantones y cobros de piso por la disputa entre dos bandas que operaron frente a la mirada omisa de las autoridades municipales.

Se trataba de los “sureños crazy riders” que rivalizaban con una banda contraria: los “angelinos 13”. No fue sino hasta que algunos cabecillas de los grupos rivales cayeron abatidos, murieron por sobre dosis o fueron capturados.

El fenómeno de la corrupción política y policial llegó a niveles de escándalo en ese periodo. En mayo de 2021 el columnista escribió la crónica de la forma en la que dos turistas fueron privados de la libertad y extorsionados por la policía del edil panista (https://www.parabolica.mx/2021/columnas/parabolica/item/5331-la-dualidad-de-memo-velazquez).

Hartos se retiraron del lugar, frustrados, con el sabor de la frustración en la boca, pero con vida. Velázquez que se creía candidato entonces, ni se despeinó. El huerto de la serpiente estaba puesto.

 

@FerMaldonadoMX

Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado