No existe razón desde la lógica política para que el gobernador en turno y el edil en funciones en la capital se desarrolle sobre pétalos de rosas, sino al contrario.

Es la máxima desde los últimos tiempos, desde Manuel Bartlett con Gabriel Hinojosa, priísta el primero y panista el segundo hasta con Miguel Barbosa y Claudia Rivera, militantes ambos del Movimiento de Regeneración Nacional.

La cohabitación difícil también ha sucedido en plano nacional. Que les pregunten a los priistas Óscar Espinosa Villarreal y Carlos Salinas de Gortari o al panista Vicente Fox y a Andrés Manuel López Obrador que, como Jefe de Gobierno de la capital del país, hizo todo por ganar la agenda informativa como militante del Partido de la Revolución Democrática.

Agendas políticas, proyectos de Gobierno y relaciones entre el mandatario poblano y el edil de la capital, Eduardo Rivera corren de manera paralela y sólo tangencialmente han podido encontrarse.

Dos hechos han marcado lo que podría leerse como el inicio del fin de la cordialidad política preexistente desde que el panista arribó al poder de la capital en octubre del año pasado.

La visita en palacio municipal del perredista Jesús Zambrano Grijalva de quien Barbosa y la mayoría de liderazgos en Morena tienen la peor de la opiniones y la pretensión de que sea el Instituto Electoral del Estado quien organice el proceso de elección de las 17 juntas auxiliares a celebrarse este mes de enero.

“Que el municipio asuma que se trata de una elección de juntas auxiliares municipales, que no quieran hacerse a un ladito los ayuntamientos para que sea el Instituto (Electoral del Estado) el que les organice las elecciones (…) parecen que no entienden, pero sí entienden”, punzó esta mañana Barbosa sobre la pretensión del gobierno de la ciudad de orillar al órgano comicial a desarrollar los plebiscitos.

El cascabel se lo puso el gobernador y el presidente municipal o el gobierno de la capital deberá fijar una postura pues fue quien recurrió a medios de impugnación para eludir cargar con la organización de los comicios y turnar esa tarea a la otra instancia.

La carencia de un operador eficaz en la esfera política comienza a hacer crujir el andamiaje sobre el que descansa la relación con el gobierno del estado y su titular.

Si en el pasado le funcionó evitar la confrontación frente a las presiones de Rafael Moreno Valle, las circunstancias son otras.

Frente a un gobernador que confronta todos los días, requerirá Rivera Pérez una decisión inteligente y rápida, pues de ello dependerá que la relación entre ambos siga por la ruta del entendimiento, cómo, en efecto ha sucedido hasta ahora.

La tersa relación que prevaleció incluso desde el término de los comicios de junio pasado llegará a su fin si es que prevalece la ausencia de cortesías, falta de diálogo mutuo.

La ruptura la festinan detractores de ambos personajes, que buscan un día sí y al otro también la división que abra posibilidades de debilitamiento, porque a río revuelto, ganancia de oportunistas. Esos están en los partidos, la iniciativa privada y en otros grupos de presión, particularmente quienes perdieron privilegios con la llegada a sus respectivos cargos, Miguel Barbosa y Eduardo Rivera.

O estamos ante la continuación de la difícil y dolorosa tradición de tener a un gobernador y un edil que no son capaces ni de cruzar una calle juntos.

 

@FerMaldonadoMX

Parabólica.mx escribe Fernando Maldonado 

 

https://24horaspuebla-develop.go-vip.net/opinion/