El desmantelamiento de la estructura metálica del bulevar Hermanos Serdán, en estos días, debe verse como la materialización del inicio del fin de la insignia de un periodo de oprobio que aún algunos despistados aplauden bajo la lógica conservadora de que todo pasado fue mejor.
No solo porque resultó oneroso y se pagó a sobreprecio con dinero público. Pero, además, porque quien utilizó ese tramo de acceso a la capital enfrentó riesgo inminente de accidente vehicular. El pésimo trazo, sin justificación técnica ni de movilidad, fue oda de ornato de un régimen frívolo y plutocrático.
Deliberación de un régimen que se distinguió por el culto a la personalidad, la ambición política y la aspiración a la perpetuidad.
Esos fueron los emblemas que acompañaron a poblanas, poblanos a quienes se les alimentó engañosamente el imaginario con el estribillo de campaña en 2010, “abre los ojos, lo mejor está por venir”.
De paso nos recuerda que en la avenida Reforma, en la Ciudad de México, existe aún un monolítico símbolo de ineficiencia gubernamental, rodeado de la putrefacta corrupción del gobierno de Felipe Calderón, el expresidente panista que devino en paladín de esa causa innoble de la derecha irascible en que se convirtió la oposición.
La “suavicrema”, como se le llama jocosamente a la pretensiosa Torre del Bicentenario, como la estructura metálica en Puebla y la glorieta que significa un dique para el paso vehicular, son símbolos de lo que sucedió en este país.
De paso, exhibe a quienes aplaudieron o callaron como cómplices ante el cúmulo de atropellos. Los mismos que han vivido de la grilla, tráfico de influencias y la prebenda.
Los que quieren un sistema de justicia para ricos y otro para pobres; quienes asumen que el desarrollo social no es posible si se concibe desde una política pública de que busca la igualdad, sin ciudadanos de primera ni segunda.
Son los mismos que han condenado la expulsión del serbio Novak Djokovic, del Abierto de Australia, por su terquedad frente a la pandemia y que debería recibir la gracia de la Ley por el sólo hecho de su perfil de atleta de alto rendimiento.
O quienes comulgan con ese mal comediante del conservadurismo, Gabriel Quadri, por su discurso de odio, xenofobia y clasisismo, que originó la expulsión en un programa de opinión de la CNN.
Ya podrán lamerse las heridas los patrones de Coparmex y el Consejo Coordinador Empresarial -los que mediante acuerdos debajo de la mesa obtuvieron el predio propiedad del gobierno en la zona de la Atlixcáyotl y que se resisten a devolver con un pleito de barandilla-.
Los Furlong, Treviño, Regordosa, Alarcón o los Quintana deberán sentarse a esperar a que uno de los suyos acceda al poder público en Puebla y el país para recuperar los privilegios de los que fueron despojados.
Los vestigios del mamotreto de metal en el bulevar Hermanos Serdán, casi a las puertas del fraccionamiento Las Fuentes, epicentro del grupo político que perdió todo desde 2018, quedarán como metáfora de un pasado siniestro.
Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado