“El narcisismo contemporáneo ha encontrado en las redes sociales la ciudad ideal para crecer.” Lo afirma el periodista y escritor Luis de León Barga en las primeras páginas de su libro Narcisistas contemporáneos (Fórcola editorial), un ensayo que trata de arrojar luz sobre esa patología tan extendida en nuestra sociedad y, sobre todo, en algunas estrellas del cine y de la música. Si Freud fue el primero en catalogar el narcisismo como enfermedad, hoy no se entienden determinados comportamientos —encaminados al lucimiento individual— sin ella.
La relación de una mujer con una estrella del rock —la figura de la groupie, que emergió en los años sesenta del siglo pasado— nada tiene que ver, por supuesto, con el amor, sino con un simple intercambio de poder y placer. Narcisistas contemporáneos busca antecedentes a este fenómeno en otras disciplinas artísticas como la pintura. Uno de ellos es Gala, esposa de Dalí, que, tradicionalmente, ha sido representada como una mujer ávida de fama, cosa que contradice el hecho de que abandonase a un poeta surrealista como Paul Elouard (y a la hija de ambos) para irse a vivir a un pueblo de la costa gerundense con un pintor, por aquel entonces, no demasiado conocido.
Pero si hay un ámbito donde este fenómeno queda más patente es entre las luminarias del rock de los sesenta. El libro se detiene en figuras como Keith Richards o Jimmy Page, guitarristas de los Rolling Stones y Led Zeppelin, respectivamente. El primero declara en sus memorias que “no solo tenía sexo con groupies sino que muchas veces eran simples acompañantes con las que se drogaba y dormía.”
Eddie Sedgwick, actriz relacionada con Andy Warhol, es una de las personalidades más atractivas que analiza el libro. Compañera de Bob Dylan y de otros músicos de la época, la dependencia emocional de la figura paterna y el suicidio de dos de sus hermanos, la abocará a seguir el mismo camino mediante una sobredosis de barbitúricos. Murió a los veintiocho años.
No menos turbulenta es la vida de Marianne Faithfull, musa de los Stones, Dylan y muchos otros. Una vida llena de adicciones, depresiones, intentos de suicidio y múltiples devaneos sentimentales. “Marianne Faithfull tenía difícil encontrar al hombre adecuado porque el hombre narciso era ella”, escribe León Barga refiriéndose a la cantante…Chrissie Hynde o Debbie Harry, ya en los años setenta, serán otras dos mujeres cuyas personalidades revelan vidas atormentadas y traumas infantiles no resueltos.
La segunda parte del libro incide en la figura del playboy moderno, una tendencia que ejemplifican tres personajes: Pierre Drieu la Rochelle, el genial escritor de esa obra maestra que es El fuego fatuo, llevada luego al cine por Louis Mallé; Porfirio Rubirosa, diplomático dominicano y playboy por excelencia, y Gunter Sach que, como la Rochelle, terminó suicidándose. Estas tres figuras —donjuanes irredentos, amantes de actrices y princesas— contrastan con Lady Gaga, último fenómeno conocido de un arte —el de la seducción— que hoy no solo se circunscribe al mundo masculino sino también al femenino.
Por Iñigo Linaje