El pasado lunes 6 de diciembre no pasó desapercibido para un grupo de personas que han sabido esperar pacientes el paso sabio del tiempo.
Sentada frente a la máquina de coser, la madre de “Fito” recibe la noticia: “Elementos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México cumplimentaron una orden de aprehensión girada hace más de tres años en contra del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, por su presunta responsabilidad en el delito de desaparición forzada”, cuenta el icónico sitio Animal Político.
Para la madre de “Ray”, quien se dedica al tejido en el taller, se trata del primer aviso de justicia para una de las tragedias más recurrentes en el país de la segunda mitad del sexenio pasado: la desaparición forzada de personas.
“Son apenas las primeras hebras de un hilo que explica de mejor manera la tragedia llamada Veracruz”, dice otra madre tejedora de historias en una conversación que, aunque no es pública, fue compartida con quienes han acompañado casos y búsqueda, muchas veces, a pesar de las autoridades.
“Es el mejor regalo de navidad”, comentaron las mujeres buscadoras del Colectivo Solecito de Veracruz en su grupo de WhatsApp, cuando se enteraron de que al exgobernador priísta se le imputa esta conducta tipificada como delito, que es del que menos se ha hablado y el que más lacera el corazón de los veracruzanos.
Luego de años y años de especulaciones con respecto a la “alianza” del duartismo con la llamada Cuarta Transformación en la guerra cruzada con los Yunes, este simple hecho podría marcar el inicio de una exhaustiva investigación que ponga en el banquillo a los verdaderos responsables.
Ahí espera ser llamado para rendir cuentas el temible exsecretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, señalado ante la justicia por delitos de enriquecimiento ilícito, abuso de autoridad y tráfico de influencias, además de ser protagonista de la investigación titulada “Los escuadrones de la muerte de Veracruz”, firmada por el periodista Jacobo García para el periódico El País, de España, en febrero de 2018.
La pieza relata que “en el municipio de El Lencero, la Academia de Policía ha sido durante años centro del poder policial y un buen sitio para hacer cualquier cosa”.
Por la mañana, en los camiones de la dependencia, trasladaban a niños y adolescentes para brindarles conciertos exclusivos, al mediodía retaban a periodistas a acudir a recibir un día de entrenamiento de alto rendimiento exclusivo para elementos policiacos de élite; mientras que, por la noche, había gritos desesperados de jóvenes torturados cuyo único pecado era la animadversión del patrón en turno.
Es uno de los episodios más cruentos y llenos de terror de la época de la denominada “guerra contra el narco” que dejó víctimas en todos los rincones del país, uniendo las madejas de una historia que pende de un hilo.
@Olmosarcos_
Máscaras escribe Jesús Olmos