Hace 10 años se reventó el espejo de nuestra sociedad a partir de una ficción distópica que planteaba un escenario sociocultural marcado por una incesante tecnología que, por un lado, facilitaba la cohesión y la vida en general y, por el otro, mostraba un escenario de personas ansiosas, invadidas e incapaces de romper con los lazos dependientes de las redes sociales, interfaces y metaversos… una oscuridad de una infraestructura que no aspirábamos a tener.
O de verdad alguien quiere olvidar la dignidad de las personas a través de la solicitud de terroristas de la información que ponen en jaque las estructuras de poder pretéritas a la «The National Anthem».
O tal vez queremos cambiar el pasto verde por una versión brillante, cambiante y alegórica de un escenario virtual, donde nos premian la sumisión a las reglas de un algoritmo que rompe con toda privacidad a «15 Million Merits».
Quizá la privacidad y la confianza las destruiremos en la búsqueda de esa certeza egoísta y unilateral, que reafirma nuestra más rampante unidimensionalidad a la «The Entire History of You».
Soy un optimista y creo que la respuesta es no, no queremos ese mundo de espejitos a cambio del nuestro, no nos atreveremos a cambiar nuestros datos personales a cambio de saber qué tipo de refresco soy dependiendo mi signo zodiacal… ¿o quizá sí?
Ahora, estamos rodeados de la especulación como narrativa de la vida de los valores digitales y nos desbordamos por «startups» que buscan vacíos legales y fiscales para crear modelos de negocio rapaces con el entorno, con sus trabajadores y que buscan evadir impuestos y son disfrazadas con jerga mercadotecnista utilizando eufemismos como la disrupción o la mentalidad digital.
Hace un año, en una entrevista para Radio Times, se le preguntaba al productor de Black Mirror sobre cuándo estaría la nueva temporada, y contestó que con la pandemia bastaba para un escenario apocalíptico, y es que llevamos un año de cosechar desinformación, comentarios a favor de reglas punitivas basadas en el traceo y la supuesta superioridad moral y gritos sociodigitales que ignoran que en el mundo tenemos aún deudas en el contexto de las multialfabetizaciones y la brecha tecnológica.
Pronto —para ser exactos el próximo 4 de diciembre— se cumplen 10 años de aquella serie que mostró lo más salvaje de la tecnología, y queda en cada uno saber si para allá vamos o construimos un escenario alterno, fraterno y más empático, quizá un buen comienzo sea saber que toda acción provoca una reacción y que con lo digital no somos verdes, ni cuidamos el medio ambiente.
Ecosistema Digital
Carlos Miguel Ramos Linares
@cm_ramoslinares