En casa, desde que tengo uso de razón, el despertador sonaba así:
Una vez más
Te agradezco Señor, por otro día
Te agradezco Señor, que el sol nació
Te agradezco Señor, nuevamente agradezco Señor…
Esto, por supuesto iba acompañado por: “mire usted su reloj, son las 5:30 de la mañana en punto” y entonces sabías que no había 5 minutos más, que tenías que levantarte sí o sí porque era día de escuela y de no hacerlo, sabías que venía el respectivo trabajo extra de la jefa de la casa por no estar listo.
Desayunábamos con “un cafecito para despertar” mientras sabíamos que “esa no es la noticia, la noticia es…” y los reportes de Hugo Sánchez Izquierdo, Odilón Larios y demás reporteros que hacían de Buenos días con López Díaz la mejor compañía. Todos estábamos informados porque “lo dijo López Díaz”.
Esto quedará grabado por siempre. El martes pasado, el reconocido periodista poblano, Javier López Díaz, falleció víctima de un infarto, apagándose así la voz más importante en el estado de Puebla, el rey del raiting, ese psicólogo de profesión que hizo que todos nos sintiéramos reporteros con su fantástica ‘Red’, porque “la red informa antes de que sea noticia”.
López Díaz escuchaba a la gente, era cercano con los problemas sociales, le abría el micrófono a todos sin excepción. Era el número uno y él le daba todo el crédito a la gente, a su gente. Sé por Ricardo Cid y Miriam Lozada que fue un gran jefe, que desbordaba pasión y dejaba crecer a las nuevas generaciones.
Hace 8 meses, Javier tuvo la gentileza de escribirme y darme el pésame por la muerte de mi padre, Arturo González Orduño. Se refirió a él como su maestro y, además le dedicó unas palabras: “Gracias Arturo por enseñarme el sentido de trabajo en equipo y por compartir conmigo tu pasión por las noticias, hace ya 40 años en nuestro inolvidable ‘Testigo’. Como hombres de fe, estoy seguro que tienes un lugar en la Gloria Eterna. Descansa”.
Ocho meses después, estos genios del micrófono y del periodismo se han reunido en el cielo, están sentados en la misma cabina, platicando de Puebla, detallando la escaleta de un nuevo programa, definiendo el nombre, la temática y, por supuesto, recordando viejas anécdotas de hace 40 años.
Hasta siempre, Javier López Díaz.
Por Alfredo González
@AlfredoGL15