La familia Pérez Rodríguez vivió para contarlo.

La madrugada del 1 de enero del año pasado, venían de haber pasado la noche vieja con los “jefes” de Ernesto, el papá de 3 niños, y se alistaban a visitar a la familia de su esposa Elisa, que vive a unos pasos del cruce de Hermanos Serdán y bulevar San Felipe.

Pasaron al Oxxo de esa esquina para dotarse de refrescos y algún antojo para los peques, y luego se dispusieron a cruzar la avenida cuando ocurrió todo.

A toda velocidad, un vehículo blanco (que es lo único que recuerdan) intentó dar la vuelta con sentido a la vía, sin frenar y sin detenerse a mirar que había en el cruce una familia con 5 integrantes.

“Me acuerdo perfecto que mi reacción fue abrazar fuerte a mi hijo que llevaba cargando y la bolsa de cosas salió volando hasta por allá”, me relató en una conversación posterior a los hechos.

Todavía el pequeño se acuerda del apretón y dice que papá lo lastimó, sin entender bien lo que había pasado aquella noche, que quedó grabada por completo en la familia.

Los otros dos pequeños fueron jalados por la mamá que los llevaba a cada uno en una mano y tampoco les pasó nada.

Si acaso, el recuerdo de aquella noche es de una familia asustada, pero bendecida.

La que no resultó tan bien librada fue una pieza de metal que estaba apostada en la esquina. Inmóvil e inerte, quedó ahí, abollada, habiendo librado a una familia de un final que es mejor no imaginar.

“El cuate que conducía este vehículo, qué te cuento, por supuesto que salió huyendo con todo y el susto de mis hijos y las piezas que dejó dobladas y abolladas”, me dijo el protagonista del hecho en un tono más agitado.

Como ésta hay muchas otras historias de los héroes silenciosos y vituperados de la capital que han sido estigmatizados por formar parte de una estrategia de movilidad de una administración para el olvido.

Si bien se ha exigido claridad en las cuentas de quienes fueron sus promotores, y valiéndose de eso pudieron hacer jugosos negocios, las intervenciones en materia de movilidad sirven y aunque cueste quitarse la maraña de la cabeza, salvan vidas.

Ahora cunde de nuevo el temor de que el alcalde Eduardo Rivera se equivoque con el tema de movilidad urbana, como ya lo hizo incluyendo en su gabinete a sujetos con los antecedentes de Matías Rivero Marines y Michel Chaín Carrillo.

Por ejemplo, la infraestructura ciclista se construye para fomentar el uso y no al revés.

Es un cambio de visión que desarrollan las grandes ciudades del mundo. Ayuda al medio ambiente y a la movilidad, que más gente use la bici; se elimina la visión autocentrista, se fomenta la actividad física y muchas otras ventajas más.

En cuanto a las piezas de metal, si son dañadas o golpeadas por autos, no es problema de los bolardos, si no de los automovilistas. Cada bolardo golpeado es un peatón a salvo, una familia que vive para contarlo.

Aunque no gusten y no sean populares entre quienes usan el automóvil, estas intervenciones sirven. Mirarlas bajo la óptica que pone al auto en el centro de la vida en la calle es un error y es retrógrada.

Ojalá y, de nuevo, nuestras autoridades capitalinas no se equivoquen. Aguas.

 

@Olmosarcos_

Máscaras escribe Jesús Olmos