Sin duda, la red sociodigital con más usuarios en los últimos años es Facebook y desde el 2010 su algoritmo permitía identificar a personas en fotos o videos a través de un polémico sistema de reconocimiento facial que atentaba contra la privacidad, intimidad y el resguardo de la imagen propia.
Apenas el pasado 2 de noviembre, la empresa siliconiana anunció que en las próximas semanas eliminará su sistema de reconocimiento facial en fotografías y videos. Tardó más de 11 años para que el oligopolio tecnológico se diera cuenta de los efectos de la «extimidad» derivado, no sólo de los cambios tecnológicos y la naturaleza comunicativa de las redes social digitales, también; en la vulneración de la confianza y el desconocimiento del usuario que prioriza la comunicación por encima de la intimidad.
Según el vicepresidente para Inteligencia Artificial, Jerome Pesenti, aseguró que los usuarios dejarán de ser identificados en imágenes o videos que aparezcan y se eliminará las plantilla de más de mil millones de rostros de personas de las que la red social tenía a su disposición.
“Los aspectos positivos del reconocimiento facial deben ser valorados en paralelo a la creciente preocupación social por esta tecnología, especialmente cuando los reguladores todavía no han fijado unas reglas claras”, escribió en el blog oficial de la reciente nombrada Meta.
Esta tecnología, no sólo funciona en redes, también en los mismos teléfonos para desbloqueo o acceso a algunas aplicaciones que diluyen la intimidad y la vida privada “como hipnotizados, los beneficios percibidos de las redes sociales tienen más peso que los riesgos de la información personal revelada”, diría Debatin y Lovejoy.
Por un lado, los usuarios desconocen que sus datos personales, las elecciones que realizan en los diferentes buscadores, así como las compras de productos, enlaces que visitan y demás; son almacenados y empleados con diferentes finalidades sin su consentimiento o conocimiento. Por el otro, empresas corporativistas tecnológicas como Facebook, sacan provecho de la monitorización de la información obtenida vía red, cuya arquitectura de la información favorece la pérdida del control de la privacidad a través de la algoritmización de pautas de comportamiento, empleo de datos derivado de técnicas de «Knowledge Discovery in Databases», cambios en las políticas de privacidad sin consentimiento y por su puesto, la empleabilidad de la tecnología del reconocimiento facial.
En Estados Unidos, Canadá, Alemania, Irlanda y México, por mencionar algunos; se ha analizado el grado de intromisión de las compañías tecnológicas norteamericanas en la vida privada del ciudadano digital, aunque estos impulsos se han realizado desde la trinchera del control de la hegemonía del aparato ideológico del Estado.
Otra de las funcionaes que desaparecerán será el etiquetado para amigos y familiares, así como las notificaciones a los usuarios cuando un tercero suba a la red una fotografía o video en el que “quizá aparezcas”.
Ecosistema Digital
Carlos Miguel Ramos Linares
@cm_ramoslinares