Los campos poblanos se inundan con un brillante color naranja y el inconfundible aroma de cempasúchil durante los meses de octubre y noviembre, a la espera de una las temporadas más representativas de los mexicanos, el Día de Muertos.
Evocando a Zapata, “la tierra es de quien la trabaja”, y los agricultores poblanos hacen honor a dicha frase dedicando esfuerzo, tiempo y energía durante la siembra y cosecha de la flor de muerto.
Esta flor que no podrá faltar en ningún altar del país proviene principalmente de Puebla, pues es el estado productor líder a nivel nacional.
A finales del mes de julio comienzan a sembrar los campos de cempasúchil y a cosechar entre los meses de octubre y noviembre. De manera oficial, el corte inicia el 25 de octubre, llenándose de color los mercados y las plazas.
San Pedro y San Andrés Cholula, Atlixco, Tianguismanalco, Huejotzingo, San Jerónimo Tecuanipan, Tepeaca, Quecholac, Coronango, Cuautlancingo, Palmar de Bravo, Santa Isabel Cholula, Izúcar de Matamoros y Huaquechula, son los municipios que destacan por su producción.
Antes que aparezcan los primeros rayos de sol y pese al frío, los trabajadores llegan al campo y comienzan a cortar las flores. Hacen manojos calculando que todos queden del mismo tamaño, después llenan una camioneta y el productor se traslada al mercado más cercano para la venta.
Los productores de flor de cempasúchil de Puebla, casi en todos los casos, llevan décadas en el negocio que se pasa de generación en generación y donde participan todos los miembros de la familia, procurando conservar la forma de sembrar, cosechar y vender.
Durante el 2020 la pandemia de Covid-19 afectó la comercialización de flor de muerto, haciendo que los precios cayeran hasta los 30 y 40 pesos por maleta, debido a que los panteones estuvieron cerrados en la mayoría de los municipios.
Este 2021 se vislumbra una situación diferente, por ello, los agricultores y quienes la comercializan esperan que el panorama sea igual de brillante que el cempasúchil.