De cierta manera, la pandemia aceleró las dinámicas de interacción social en la transversalidad tecnológica del uso de las TIC. El ocio, entretenimiento, activismo, trabajo, estudio y básicamente la socialización atraviesan, en cierto sector, la visita obligada de internet.

Como suele ocurrir en espacios de gentrificación, las comunidades virtuales dejaron de ver a internet como un espacio de encuentro entre individuos; ahora, más bien, es un lugar con roles activos de ordenamiento, apropiación, construcción y expresión cibercultural.

Desde el enfoque de las Ciencias, Tecnología y Sociedad (CTS), podemos analizar el desarrollo tecnológico más allá del instrumentalismo digital y considerar los procesos y relaciones que se construyen en las dinámicas sociales. Es decir, los diseños tecnológicos logran posicionarse en función de la relación ecológica del medio y los grupos de interés que la utilizan, más allá de las bondades puramente técnicas que ofrece la tecnología.

Derivado de lo anterior, podemos analizar las comunidades «gamers» por la manera en que grupos o individuos participan en la creación de sus propios entornos tecnológicos. En este caso, la tecnología tiene especial interés en la institucionalización, apropiación y recreación de la realidad y es construida socialmente —y en primera instancia— a partir de un proceso dinámico que, a su vez —y en un segundo momento—, requiere del instrumento tecnológico para interactuar con mecanismos identitarios de representación y ordenamiento.

En esta co-construcción, existe un proceso de negada tensión y determinación recíproca, donde se diseña un espacio socio-técnico-cultural común y, a su vez, se regula el entorno y por ende las conductas de interacción.

Por consiguiente, los videojuegos son fenómenos culturales dotados de profundos elementos de significación, donde si bien el ser humano moldea sus habilidades de reconocimiento social a partir de cualidades lúdicas de imitación y actividades de relajamiento, también reconstruye el sentido tecnológico a través de la apropiación en contextos y perspectivas socioculturales, económicas y hasta geográficas, diferentes.

Resulta inconsistente pensar que existe una identidad unívoca en términos del análisis de las comunidades gamers, pues si bien podemos significarlas desde la cultura participativa de la adhesión y la colectividad, también implican discontinuidades que construyen la singularidad del individuo a partir de la multiplicidad de estructuras y entornos simbólico-sociales.

 

Ecosistema Digital

Carlos Miguel Ramos Linares

@cm_ramoslinares