La mayoría de mis momentos favoritos han estado ligados a la pelota, y a ti que te conocí a los 3 años y que, poco a poco te convertiste en mi segunda casa. Mi padre no dejaba que faltara a mi cita contigo cada 15 días. “Vamos Franja, vamos Puebla” era tu bandera e iba respaldado por “una Franja luce el corazón… es mi Puebla de la Franja, toda mi pasión”, con una cemita en una mano y refresco en la otra.
Tengo tanto que agradecerte, querido estadio Cuauhtémoc. Partidos en sábado por la tarde, domingo a medio día, entre semana por jornada doble, daba igual, cada 15 días la parada era obligada en la fila 8 de la platea poniente con el siempre serio señor de los “chicles, chocolates, cigarros” y el engorroso algodonero que, si no venía con juguetes, sólo estorbaba.
Llegar a verte era una experiencia única desde “cemaaaas, cemaaaas” y “lleve la bandera, la playera, el impermeable”, hasta el “aquí le cuidamos el carro, jefe” o el “no le sobra boleto, quiere boleto, cuántos boletos quiere”. Además, la tarima atrás de bancas se convertía en una especie de pista de atletismo y mirador para saludar a quien se asomara en el túnel de vestidores.
La primera vez que me dejaste pisar tu césped fue inolvidable. Con la escuelita del Puebla, jugamos un mini partido al medio tiempo y aunque sea por unos segundos, pude compartir la cancha con mis ídolos, Carlos Poblete y Zico. Más tarde me abriste tus puertas para presenciar los entrenamientos de la Franja junto a Antonio Alonso. Toño era amigo de la familia y cada que podía me invitaba a conocer tus entrañas.
Junto a ti me convertí de aficionado a reportero. Fue en tu sala de prensa en donde cubrí mi primer partido de Primera División. Me has dejado ser testigo de la Selección Mexicana, Premundial de Concacaf y un sinfín de partidos y ruedas de prensa. Le diste la oportunidad de debutar como narrador a mi padre y años después a mí.
Cómo no quererte, estadio Cuauhtémoc si en tus gradas guardo los mejores recuerdos con mi padre. Ganara o perdiera el Puebla, ir de la mano del ya reconocido periodista Arturo González Orduño era motivo de orgullo. Me levantaba en hombros mientras tú nos mostrabas partidos formidables y la pirotecnia embellecía tu estructura.
También a tu lado pude trabajar en el club de mi vida. Pude narrar al Puebla de la Franja en la cancha que vio consagrarse a los equipos de Manuel Lapuente, comandados por Luis Enrique Fernández y ‘Búfalo’ Poblete, esa misma cancha en donde hemos tenido la oportunidad de jugar partidos amistosos entre prensa, cuerpo técnico y staff.
Feliz 53 aniversario y gracias por tanto, mi querido estadio Cuauhtémoc.