El diputado federal panista, Mario Riestra Piña, es un hombre al que sus buenas formas y preparación lo catapultan más allá de sus apellidos.
A Mario le sobran capacidades argumentativas e intelectuales, sin ninguna duda, pero ha decidido ampararse en una línea discursiva delgada, floja y agotada, llena de verdades a medias y, además, de una memoria selectiva que preocupa.
Riestra y otros diputados de su misma coalición por la zona metropolitana, integrada por el PRI, PAN y PRD, emprendieron desde la campaña una cruzada en favor de la reconstrucción del hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social ubicado en San Alejandro.
Considerado el nosocomio civil más grande del país, este espacio quedó inservible tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, que hace apenas unos días cumplió 4 años de haberse afectado.
Si bien es loable la lucha por revivir este monumento a la indiferencia gubernamental, el discurso de Mario y sus aliados se cae a pedazos cuando se omiten datos que están presentes en documentos y en el imaginario colectivo.
Riestra, un hombre documentado, omite deliberadamente algunos antecedentes que enmarcan las dramáticas razones por las que este espacio dejó de funcionar.
Por allá de 2016, bajo la tutela de Enrique Doger Guerrero, un aliado de la coalición que lo llevó al poder, el Instituto Mexicano del Seguro Social contrató a Epccor para remodelar las instalaciones hospitalarias.
Epccor, empresa consentida del peñismo y cuestionada por las deficiencias del Paso Express, fue la que realizó el proyecto de la “Rehabilitación y reforzamiento estructural del cuerpo B”.
De acuerdo con diversas publicaciones, el objetivo de este proyecto era evitar que la estructura del nosocomio sufriera daños ante los constantes sismos en la ciudad de Puebla. Se invirtieron cerca de 27 millones de pesos; sin embargo, las obras se echaron a la basura en solo unos meses.
Para el sismo del 7 de septiembre de 2017, la obra de Epccor parecía exitosa, puesto que los daños en la estructura solo parecían superficiales. El Hospital de San Alejandro continuó funcionando con normalidad hasta el 19 de septiembre de ese año. El sismo de magnitud 7.1 grados que sacudió a Puebla, Morelos y CDMX, acabaría por fincar el destino de la obra construida bajo el mandato de José López Portillo a nivel federal, y Maximino Ávila Camacho en Puebla.
Y podemos cuestionar si es válido que Riestra Piña cargue con el peso de la historia, por prestarse a la renta de unas siglas partidistas, por todos despreciadas, como son las del Revolucionario Institucional, pero entonces… ¿quién va a cargar ahora con el petate del muerto? ¿El cúmulo de omisiones históricas y posibles corruptelas que desembocaron en la terrible falla que cerró el hospital, quedarán impunes?
No lo sé de cierto, pero a mí me parece vil abrir la boca antes y vociferar sobre atoles con el dedo y con las ruindades del partido en el poder, sin asomarse a ver lo que se carga en el armario propio.
Máscaras escribe Jesús Olmos