Si a usted le molestó la historia de los uniformes de la delegación mexicana tirados a la basura en la Villa Olímpica de Tokio tiene razón, una historia que tomó otros tintes cuando se supo que eran propiedad del equipo de softbol que terminó su primera participación olímpica con un meritorio cuarto lugar pero que a lo largo de su torneo había generado mucha polémica porque la mayoría de sus elementos son mexico-estadounidenses hechas en el sistema universitario del vecino del norte. La polémica se apagó por unos momentos cuando se ganaron el derecho de ir por la medalla de bronce cuando derrotaron 4-1 a Australia logrando así que las australianas siguieran con su racha ya que cada vez había existido el softbol olímpico las de Oceanía habían ganado alguna presea.

Durante el torneo, el equipo de softbol jugó con uniformes distintos a los del resto de la delegación por un tema de tallas, pero al propio Comité Olímpico Mexicano y a la jefatura de misión que aprobaron dichos uniformes de juego, se les escapó un pequeño detalle: Esos uniformes carecían de la bandera mexicana y así disputaron el torneo, así llegaron al juego por la medalla por el bronce y nadie se dio cuento o dijo algo sobre ese pequeño detalle.

El equipo mexicano de softbol perdió el juego por la medalla de bronce 3-2 ante Canadá pero dejó una buena sensación, hasta que…se descubrieron los uniformes tirados a la basura lo que desató la molestia de la opinión pública y la desmesurada respuesta del Comité Olímpico Mexicano que dio pie a una respuesta de varios atletas mexicanos expresando su cariño al uniforme nacional, mientras otros en el retiro comentaron las alternativas que existen para intercambiar objetos, entre ellos los uniformes en la Villa Olímpica. La respuesta de la Federación Mexicana de Softbol fue torpe (tanto que la tuvo que cambiar a las horas siguientes), mientras las jugadoras caían en un silencio que no las ayudó hasta que Danielle O´Toole y Dallas Escobedo explicaron la situación en sus redes sociales, coincidiendo en que se trató de una decisión para no pagar el costo del sobre equipaje en el vuelo de regreso.

Por su parte el Comité Olímpico Mexicano continuó con su airada postura y anunció una investigación en contra del softbol: “El Comité Olímpico Mexicano (COM) ha iniciado una investigación exhaustiva para determinar la responsabilidad de la Federación Mexicana de Softbol (FMS) y la sanción correspondiente, ante el lamentable hecho de que algunas de las jugadoras del representativo nacional tiraron sus uniformes a la basura al término de su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y previo a su viaje de regreso a nuestro país”, se puede leer en su comunicado, que agrega que el COM mantiene personal en los aeropuertos para la supervisión y envío de los equipajes de los integrantes de la Delegación Mexicana.

Las jugadoras que eran visto con recelo por su origen y que poco a poco se ganaron un pequeño reconocimiento por su labor ya fueron juzgadas y declaradas culpables por la opinión pública y hasta por sus compañeros de delegación, sin embargo, la historia no está completa ya que falta profundizar con ellas su versión, más allá de la primera explicación en redes por parte de O’ Toole y Escobedo, por otra parte, dos de las más destacadas del equipo. Fue un error grave del equipo de softbol, una torpeza no haber preguntado las opciones que tenían, es una falta que sí merece una sanción (administrativa), pero toda esta campaña que se ha creado ya es francamente una exageración ya que parece que para el Comité Olímpico Mexicano es más importante un uniforme (con el escudo y la bandera del país) que la integridad de los deportistas mexicanos que año con año sufren injusticias por parte de los directivos de sus respectivas federaciones.

La Real Academia de la Lengua Española define la palabra chovinismo como la exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero; pues bien, claramente este es un caso de chovinismo donde se está haciendo patente una defensa de lo mexicano ante esas jugadoras nacidas en Estados Unidos (pero de familia mexicana) que vistieron la playera nacional sin sentirla y se atrevieron a tirar los uniformes a la basura. La pentatleta, Mariana Arceo quien competirá la próxima semana en Tokio 2020 dijo en su cuenta de twitter: “No hay justificación para esta falta de respeto, México confió en ellas, y hasta el Premio Nacional del Deporte les dieron, sin siquiera vivir en México ni hablar nuestro idioma, las apoyaron y motivaron y está bien representan a México. Pero con esto queda claro que no somos iguales” https://twitter.com/marianaArceo7/status/1420874556827312129?s=20.

Insisto que es un tema que debe investigarse para escuchar a las jugadoras de softbol, pero ya se está cayendo en una exageración cuando el deporte mexicano está lleno de injusticias hacia los deportistas y el resto de atletas mira para otro lado y sigue en lo suyo, pero ahora sí voltearon para señalar porque su postura coincide con la de la autoridad olímpica en México. Que bueno que el COM haya iniciado una investigación al respecto, pero no he visto la misma respuesta categórica del organismo ante otra falta grave que se dio hace unos días cuando once peloteros y cuatro miembros del staff de coaches, entre ellos el manager Benjamín Gil, se sacaron una fotografía en los aros de la villa olímpica con el uniforme de los Tomateros de Culiacán de la Liga Mexicana del Pacífico lo que viola el reglamento del COI tanto en el apartado de patrocinadores como en el de seguridad  ya que en la villa los atletas deben portar los uniformes que se registraron previamente. Es cierto que el Presidente del COM, Carlos Padilla Becerra declaró para el diario “Reforma” que se emprenderían acciones legales en contra de los Tomateros pero fuera de esa postura para un medio, el organismo ya no hizo más olas, todo lo contrario de lo que ha sucedido con el softbol.

Pero hay otros temas más graves: La renuncia de Jessica Salazar a participar en Tokio 2020 luego de que la Federación Mexicana de Ciclismo la excluyera de su prueba, la velocidad del ciclismo de pista, para inscribirla en el ómnium. México perdió a una competidora que tenía el ranking y los resultados en el ciclo olímpico para aspirar una medalla, pero la Federación de Ciclismo decidió modificar los criterios de selección y el COM fue incapaz de defender a la atleta, anunciar una investigación o al menos cuestionar a la Federación (como sí hizo la Comisión Nacional del Deporte). Tengo claro que el COM dirá que no puede meterse en las decisiones de las federaciones, pero este sólo es un ejemplo de la hipocresía imperante en nuestro deporte donde un uniforme parece tener más importancia que los propios atletas mexicanos.

Paola Pliego, la esgrimista queretana que se perdió Río 2016 a causa de un dopaje positivo fabricado por la Federación de su deporte en el que participó el laboratorio de la CONADE, también ya fijó postura en sus redes sociales sobre el caso de los uniformes: “Yo valoro mucho cada uniforme que he portado y sin importar donde nací he luchado siempre por conseguir un resultado, pero me indigna que esto sí lo quieran investigar y no a la afectación a la VIDA (las mayúsculas son de la atleta), e INTEGRIDAD de tantos atletas por culpa de dirigentes corruptos…Por cierto a mí me enseñaron a jamás acusar a mis hermanas o a mis compañeros a menos que corrieran algún peligro”.

Esa es la clave, si un uniforme tirado a la basura causa nuestra indignación, ¿por qué como opinión pública no respondemos así ante atletas que pierden su sueño olímpico por decisión de un hombre de pantalón largo? ya que nos preocupan tanto las medallas olímpicas y vemos hasta con desdén un  octavo lugar en una prueba en la que nunca se había competido y donde se logró ser la primera latinoamericana en llegar a una gimnasia de trampolín femenil ¿por qué no reaccionamos con la misma fuerza ante decisiones de los federativos que le quitan a nuestro deporte opciones de medalla? Hoy un uniforme tirado a la basura es capaz de despertar a la opinión pública y renacer el recelo porque esas jugadoras no nacieron en esta tierra, pero como organismos dirigenciales y como opinión pública también fallamos porque no sabemos defender a nuestros atletas, en gran parte porque no los conocemos, y lo más triste es que no nos importa conocerlos, sólo cada cuatro años queremos que cada jornada nos den la alegría de una medalla.

 

@abascal2