En la actualidad, los mensajes vertidos en las redes sociodigitales están construidos a partir de vacíos informativos que son interpretados por los usuarios que lo consumen desde su perspectiva social, cultural, ideológica y, por supuesto, política.

Las creencias de un ciudadano digital que transforma sus prejuicios —y sesgadas interpretaciones— en información, es producto de la maquinaria hipermediática que impulsa la propagación de un contenido a través de la activación en cascada, que puede o no convertirse en tendencia local, nacional o internacional.

Este performance de construcción social de un evento hilvana en territorios políticos cuando se trata de campañas electorales.

En noviembre de 2016, Eric Tucker de 35 años observó en Austin Texas, una gran cantidad de autobuses foráneos estacionados a tan sólo unas cuadras de donde se realizaba un mitin en contra de la victoria de Donald Trump. Mr. Tucker, decidió entonces publicar en Twitter una foto de los autobuses seguida del mensaje: “La protesta anti-Trump no es tan orgánica como parece. Aquí están los autobuses en los que vinieron #fakeprotest #trump2016 #austin”.

Aunque es arena de otro costal, vale la pena recordar que la dinámica de los mass media en su «agenda setting» y «framing» los obliga a construir interpretaciones de esos vacíos informativos con el objetivo basado en la economía del clic y «share». En el caso de Mr. Tucker, los medios conservadores ultraderechistas, como Free Republic, Right Wing y otros compartieron inmediatamente la información mencionando a Donald Trump.

El tweet de Mr. Tucker logró alcanzar a millones de usuarios que no sólo interactúaban desde la plataforma de Twitter y otras redes, también alcanzaba la penetración mediática desde una postura interpretativa del ánimo político-social.

Sin embargo, los autobuses descritos por Mr. Tucker no representaban a militantes anti-Trump que viajaban de otras partes de Estados Unidos como si de acarreados se insinuara, más bien se trataba de alrededor de 13 mil profesionales que se dirigían a una conferencia de Tableau Software.

Los medios, por supuesto, se deslindaron de la responsabilidad ética periodística que en un inicio juraron contar, atribuyendo toda la culpa a Mr. Tucker, quien eliminó el tweet al darse cuenta de su error, pero la propagación del mensaje se diseminaba en internet por ciento de miles de ciudadanos digitales conservadores.

A pesar de que Mr. Tucker publicaba la rectificación del tweet, este no se propagaba con la misma intensidad que el original. La decisión de elimar el tweet transforma la «fakenews» en «falsenews» removiendo cualquier efecto político, lo que explica el languidecido efecto del segundo mensaje.

Los factores que rodean el ejemplo de Mr. Tucker consisten en el contenido, así como en el contexto sociopolítico. La intensa atmósfera polarizante de la sociedad estadounidense logró permear en el imaginario colectivo de ciudadanos digitales que validaron el mensaje a través de sus creencias.

 

@cm_ramoslinares

Ecosistema Digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares