Sin advertirlo, de manera involuntaria, María Luis Núñez Barojas habla de su hijo en tiempo presente, como si la ausencia no fuera más que el breve lapso que supone salir de casa, para luego volver como sucede con miles de jóvenes.
Y sin embargo no es así. La mujer busca desde hace cuatro años a Juan de Dios, desaparecido en el peor momento de la crisis de seguridad que vivieron los habitantes del “Triángulo Rojo”, en Palmar de Bravo.
Este miércoles se cumplen cuatro años de que Juan de Dios desapareció. Fue como si se lo hubiera tragado la tierra la noche del 28 de abril, cuando a las 21:30 horas la madre del joven recibió la última llamada para advertir la presencia de un retén en la zona castigada por los criminales.
El de Núñez Barojas es ejemplo viviente del periodo sombrío que Puebla padeció con Rafael Moreno Valle y Antonio Gali, en el que el robo de combustible vivió su momento de mayor auge por la omisión y complicidad de los responsables de hacer cumplir el mandato de ley.
La desaparición está relacionada con la guerra que dos líderes delincuenciales: El Kalimba y El Bukanas, dos personajes que pelearon por la plaza y el control de la extracción del huachicol.
Juraron guerra sin cuartel. Virtuales dueños de basto terrero, delimitaron su respectivo territorio con una advertencia perentoria: los integrantes de cada uno de ambos bandos serían “levantados” si eran sorprendidos más allá de los límites acordados y fuera de los horarios permitidos, después de que el reloj marcara las 21:00 horas.
El hijo de María Luisa cayó en ese supuesto. En el pueblo del que son originarios, la voz popular apunta a El Kalimba como responsable, pero nadie fue capaz de señalarlo directamente.
Jesús Martín Mirón López, como en realidad se llamada el líder huachicolero y rival de El Bukanas, fue ejecutado en una clínica de la capital, en la que se hacía modificaciones en el rostro y huellas dactilares para desorientar a sus captores.
Nadie quiso detenerlo porque no interesó, o porque así convenía. Un mando de la Procuraduría General de Justicia, Arturo Bermúdez, era responsable de la investigación que tenía como número 692/2017, pero nada prosperó.
En septiembre de 2017, hubo un operativo en el domicilio del homicida y líder criminal en Tecamachalco, cuando ese municipio era gobernador por el panista Inés Saturnino, ahora candidato a edil, otra vez. Pudo evadirse con el apoyo de la policía de Saturnino.
Escuchar el testimonio de la fundadora del colectivo La Voz de los Desaparecidos es preciso para entender el dolor que viven familiares de, al menos, mil 400 extraviados.
Parabólica escribe Fernando Maldonado